La Ética Empresarial
Desde hace más de un siglo los estudiantes universitarios que cursan carreras de Administración de Empresas han sentido la necesidad de que en esa profesión también exista un código ético y un juramento hipocrático al graduarse, tal como ocurre en la facultad de medicina o abogacía; que de algún modo garantice un comportamiento empresarial que respete los valores morales.
Esa idea circuló en forma periódica en los claustros universitarios pero parecía que no podía echar raíces.
Algunas organizaciones fueron creando sus propios códigos de ética profesional internos y también se sumaron otros esfuerzos similares para que esta idea trascendiera y tuviera mayor alcance y permanencia.
Este año, treinta estudiantes que se encuentran cursando el segundo año del Master de Administración de Empresas de la Escuela de Negocios de Harvard, están trabajando en la redacción de un código ético para proceder a un juramento hipocrático en el momento de la graduación, no sólo para esa carrera sino también para otras.
Este juramente consta de ocho puntos; de los cuales el primero se refiere al compromiso para trabajar con integridad y ética; el segundo compromete al profesional a cuidar los intereses de sus compañeros de trabajo y de los demás accionistas, de los clientes de la empresa y de la sociedad a la que pertenecen; y el tercero la promesa de manejar la empresa que les corresponda con buena fe, sin tratar de favorecer sus intereses personales a costa de la empresa o la sociedad.
El texto completo se puede encontrar en el sitio www.mbaoath.org, donde los colegas son invitados por los creadores de esta iniciativa a firmarlo.
Algunos medios periodísticos recibieron con beneplácito esta idea y otros con escepticismo; las críticas se referían a la intención de los autores de diferenciarse de los responsables de la actual crisis económica, pero que una vez que mejorara la situación se olvidarían de su juramento.
Se empeñan en sostener que los que firmaran este compromiso seguramente serían los que de todos modos tendrían una conducta ética, aún si no tuvieran que cumplir con este requisito; mientras que los que no quisieran firmarlo serían consideras personas poco confiables.
Creen que los términos del mismo no son muy precisos y que esa firma no garantiza su cumplimiento, de modo que con juramento o sin él sería lo mismo.
Sin embargo, la nueva generación, que cree en que el cambio es posible, confían en el poder de las palabras y en la posibilidad de que todos las conozcan.
Los jóvenes que están cursando esas carreras parecen querer fervientemente volver a los valores y anhelar formas de pensar que los tengan en cuenta. No quieren creer que la ambición desmedida sea algo bueno como muchos piensan y desean comprometerse a trabajar en sus profesiones con integridad y ética.
Un hecho reciente nos demuestra que las empresas no tienen ningún reparo en afectar seriamente a su personal cuando así creen que lo exigen sus necesidades de reestructuración.
En Telecom de Francia, luego de ser privatizada, se produjeron 24 suicidios, tragedias que obligaron al ministro de trabajo de ese país a pedir formalmente a las empresas que agregaran en sus negociaciones con los sindicatos el análisis de las condiciones de trabajo que producían estrés o que provocaran agresiones psicológicas a los empleados.
Algunos de los suicidas dejaron cartas póstumas atribuyendo su drástica decisión al clima que se respiraba en el trabajo debido a los despidos masivos y a los cambios importantes que se estaban realizando en la empresa.
De esta manera el estrés dejó de ser un tema laboral para pasar a ser un tema de salud pública y una cuestión de Estado.
La ética empresarial debe incluir necesariamente las consideraciones necesarias para evitar las agresiones psicológicas que provocan estrés al personal por la consecuente pérdida de su calidad de vida que los obliga a quitarse la vida.
Fuente: Notas de Guillermo S. Edelberg y de Jorge Mosqueira, La Nación, Sección Empleos, Octubre 2009