Hedonismo
El hedonismo es la teoría moral de que el bien que hay que perseguir es el placer. Por supuesto, esta es una definición muy general que abarca a una amplia de diversidad de tipos de hedonismo, algunos de los cuales opuestos entre sí. Podemos diferenciar tres grandes tipos de hedonismo, cada uno de los cuales tiene diversas variantes, en función de sus proponentes. Nosotros nos centraremos en esta entrada en estos tres grandes grupos.
Hedonismo psicológico
El hedonismo psicológico es la versión de esta doctrina más conocida y la que comúnmente asociamos al término «hedonismo». Según este punto de vista, el objeto de cualquier deseo es, en última instancia, el placer. Es decir, desear es desear placer. Esta doctrina se defiende sobre la base de la observación o sobre la base de un análisis del concepto de «deseo», el cual incluiría el de «placer». Y cuando nuestras acciones no se dirigen a conseguir placer, es porque no están dirigidas por un deseo.
Desde este punto de vista, el hedonismo psicológico tiene que probar que los propósitos de las acciones humanas están dirigidos por el pensamiento de que ese curso de acción nos producirá placer o que solo son deseos aquellos propósitos que el sujeto considera que le proporcionarán algún tipo de placer.
Hedonismo evaluativo
Según esta versión de la concepción hedonista, el objeto de nuestros deseos debe ser el placer. Este punto de vista se diferencia del anterior (y se parece al próximo) en que no excluye que podríamos desear lo que no produce placer. En efecto, lo que nos dice el hedonismo evaluativo es una norma moral, cuál debe ser el objeto de nuestros deseos.
Desde esta perspectiva, el sujeto debe evaluar el objeto de sus deseos y cumplir aquellos, y solo aquellos, que le produzcan placer. Esta forma de hedonismo tiene varias versiones, siendo la defendida por el utilitarismo la más conocida de todas. Conlleva la idea de un cálculo hedonista, sin embargo, no implica que el placer a perseguir sea solo personal, sino que puede tener un componente altruista. Así, muchas versiones lo que defiende es que el objeto de nuestros deseos no debe limitarse a satisfacer nuestros placeres personales, sino aportar placer, sea el nuestro o el de otros, al cómputo total de placer del mundo.
Esta versión de la doctrina se presenta como un fundamento racional de nuestras acciones morales, ofreciendo un método para resolver conflictos morales (dirija usted siempre sus acciones hacia la consecución del máximo placer en el mundo).
Hedonismo racionalizador
Finalmente, el hedonismo racionalizador es la doctrina según la cual, nuestras acciones son racionales en la medida en que están orientadas a la consecución del placer. Esta versión se parece a la primera en que excluye que otras acciones sean racionales, del mismo modo que el hedonismo psicológico excluye del dominio de los deseos aquellos propósitos que no están orientados al placer. Sin embargo, se diferencia de esta en que sí considera que puede haber propósitos que no estén dirigidos al placer, aunque estos no sean racionales.
En el fondo, el hedonismo racionalizador es una forma de hedonismo psicológico, que en lugar de aplicarse a todos nuestros deseos, nos invita a admitir que el criterio por el que evaluamos las acciones en términos de su racionalidad o irracionalidad está apoyado en la consecución del placer personal de igual manera que los edificios se apoyan en unos cimientos.