Ética ambiental
La ética ambiental es, dicho rápidamente, una rama de la ética aplicada que se ocupa de las cuestiones ambientales. Cuando decimos «ética aplicada» y «cuestiones ambientales» queremos decir que se enfrenta a problemas que se formulan de la siguiente manera: supongamos que la empresa A quiere talar un bosque y aduce que eso creará empleo y mejoras en las condiciones de vida de las poblaciones aledañas. Supongamos además que se trata de un bosque de cierta riqueza ecológica, en el que conviven diversas especies de animales y plantas, con fuentes naturales de agua incluidas. Y la cuestión práctica desde un punto de vista ético que da contenido a la ética ambiental es la siguiente: ¿Deben prevalecer los intereses humanos o debemos proteger ese ecosistema?
Formulación del problema desde un punto de vista ético
Sigamos con nuestro ejemplo. Una respuesta satisfactoria a esta cuestión tiene, primero, que guiarnos para decidir qué hemos de hacer en cada caso. Y, en segundo lugar, nos debemos guiar racionalmente a la hora de tomar una decisión, es decir, nuestra decisión debe estar justificada. El tipo de justificación que se requiere, por su parte, debe dar cuenta de por qué el curso de acción que seguimos es preferible al alternativo.
Y la clave está en lo último que hemos dicho en al final del párrafo alternativo: ¿Sobre qué base un curso de acción es preferible a otro? O, de otro modo, ¿según qué principio moral me he de guiar?
Diferentes morales y ética ambiental
Las consecuencias nefastas de la tala de bosques y de la destrucción de ecosistemas ya son de sobra conocidas por todo el mundo, así que la cuestión acerca de si la pérdida de un bosque, tal y como se ha descrito en nuestro ejemplo, es un problema o no. Lo es y lo sabemos. No obstante, existe un amplio terreno para las discrepancias, sobre todo cuando planteamos la cuestión en términos como los siguientes: «sí, es cierto que la destrucción de un bosque es negativa. Ahora bien, talar un bosque es malo en función de sus consecuencias, de modo que lo que se ha de evaluar es si, dadas las ventajas de talar el bosque, es un mal menor para conseguir un bien mejor».
El entrecomillado es un punto de vista moral según el cual debemos elegir nuestro curso de acción para maximizar la felicidad y minimizar el sufrimiento. Se trata del utilitarismo. No obstante, no debemos lanzar las campanas al vuelo. En efecto, desde el punto de vista utilitarista se puede sostener que, en todo caso, la destrucción de un ecosistema tiene peores consecuencias que su conservación, incluso cuando por conservarlo se vayan a dejar de crear puestos de trabajo que mejoren las condiciones de vida de la gente. Lo que merece la pena ver aquí es que, desde el punto de vista de una moral consecuencialista, como es la utilitarista, nuestro criterio se basará en un cálculo de las consecuencias de cara a aumentar la felicidad.
El punto de vista del deontologismoplanteará la cosa de otra manera. El deontologismo piensa que hay deberes que hay que cumplir y que las excepciones se contemplan, en todo caso, cuando hay conflictos de deberes. Desde este punto de vista, podemos pensar que nuestro deber es mejorar las condiciones de vida humana y también puede ser que contemplemos como un deber moral no dañar el medio ambiente. Así que, en el caso de nuestro ejemplo, nos encontraríamos con un conflicto de deberes, que nos obligaría a elegir uno en detrimento del otro.
Un punto de vista personal
¿Deontologismo? ¿Utilitarismo? ¿Conflicto de deberes? ¿Valoración de consecuencias? Pero al final no hemos dicho si talamos el bosque o no. Yo, lector, voy a darte mi particular punto de vista acerca del ejemplo planteado. Y te invito a ti a que te construyas el tuyo.
En primer lugar, el bosque no debería ser talado y el ecosistema no debe ser destruido. Y creo que esto se puede defender desde diversos puntos de vista. A largo plazo, la destrucción de ecosistemas es más nefasta que toda la felicidad que se puede conseguir a corto plazo dándole empleo a un determinado grupo de personas. Así que creo que, si seguimos el utilitarismo, no hay que talar el bosque. Por otra parte, me parece que es racional pensar que no debemos dañar a otros, sean quienes sean, para mejorar nuestras condiciones de vida. Si se tala el bosque, tal vez mejoremos nuestras condiciones de vida, pero tal vez estemos haciéndole un daño irreparable a nuestros descendientes (para los humanistas), a los animales que habitan el bosque (para los animalistas) y al ecosistema (para los que piensan en términos del todo). Así que también considero que se pueden formular deberes morales que nos obliguen a no talar el bosque.