Disciplina Ética
En el libro “El arte de la felicidad” que el Dalai Lama escribió con el doctor Howard C. Cutler, considera que para que la felicidad se convierta en una posibilidad concreta, hay que entrenar la mente; porque al practicar nuevas maneras de pensar, las neuronas cambian y se modifican el funcionamiento del cerebro, la conducta y la forma de relacionarse con el mundo. A esa disciplina interna la llamó “disciplina ética”; porque una mente disciplinada hace la vida más feliz y una mente indisciplinada produce sufrimiento.
La disciplina mental es una autodisciplina para superar los rasgos negativos, no se refiere a la disciplina que nos imponen desde afuera.
La educación es un factor importante para alcanzar la felicidad y el bienestar; sin embargo, la sociedad moderna no enseña el comportamiento ético porque deja esa función a la religión que ha perdido mucho de su prestigio e influencia y en su lugar, no ha surgido una ética laica para guiar a las personas a llevar una vida saludable.
Aunque la naturaleza de los seres humanos es en el fondo apacible y compasiva, no es suficiente para convivir en la vida cotidiana, porque necesitamos desarrollar la conciencia de esa condición.
A través de la evolución, la humanidad ha aprendido muchos comportamientos que la ayudaron a afrontar los problemas para sobrevivir; esto significa que los conocimientos son útiles para vivir mejor.
Los seres humanos pueden saber que por ejemplo, la cólera puede hacer daño a los demás, de manera que pueden inferir sus consecuencias, cosa que los animales no pueden hacer. Por esta razón la educación y el conocimiento son esenciales para ser feliz.
En la sociedad en que vivimos, la educación se utiliza para ser más astutos e ingeniosos y por lo tanto al vez menos honrados, incluso se tiende a pensar que siendo menos letrados y teniendo menos formación las personas pueden ser más inocentes y honradas.
La sociedad no está interesada en destacar las consecuencias más importantes de la educación, de ayudar a la gente a darse cuenta de la importancia de tener comportamientos sanos y de disciplinar la mente.
El desarrollo de nuestra inteligencia y de los conocimientos es lo que permite el cambio interno para poder ser bueno.
El Dalai Lama nos dice que estamos hechos para tratar de ser felices y que el amor, el afecto, la intimidad y la compasión son las condiciones que se necesitan para serlo.
Aunque resulte difícil creerlo, tiene la absoluta convicción de que la naturaleza básica humana es la benevolencia y la no violencia; porque nacemos y crecemos gracias al amor que nos brinda nuestra madre cuando nos cuida y alimenta y sin eso no podríamos sobrevivir; y el amor entre madre e hijo es mutuo, ya que si no fuera así el niño probablemente rechace el alimento.
Tener buena salud depende también de un estado sereno y afectuoso de la mente; lo contrario, como la frustración, el temor o la ira pueden ser destructivos para el cuerpo y nuestro equilibrio emocional se fortalece con el afecto y se debilita con la falta de emociones positivas.
Sin embargo, estamos rodeados de conflictos y violencia, existen tensiones dentro del individuo, en las familias, en las relaciones, en los países y en el mundo; y esta realidad puede hacer creer que la naturaleza del hombre es básicamente agresiva.
El Dalai Lama insiste en su convicción de que esencialmente la naturaleza humana es compasiva y bondadosa y que esa es su característica dominante; en tanto que la cólera y la violencia son más superficiales ; surgen cuando sentimos que fracasan nuestros esfuerzos para lograr amor y afecto pero no forman parte de nuestra naturaleza básica; más bien se trata del resultado del intelecto desequilibrado, del mal uso de la inteligencia y de la imaginación.
La solución de nuestros conflictos, tanto internos como externos es volver a nuestra verdadera naturaleza básica que es la bondad y la compasión.
Fuente: “El arte de la felicidad”; Dalai Lama con Howard C. Cutler, M.D.