Dignidad Humana
En el prólogo de Ética de la identidad, K.A. Appiah asegura que existe un consenso amplio, cuanto menos en el mundo angloparlante, sobre los fundamentos del liberalismo. Así, añade como ejemplo, a nadie se le ocurre negar lo que debe esta doctrina a Locke, y más concretamente, a su teoría de la propiedad y libertad religiosa; o la influencia de las revoluciones estadounidense y francesa en el concepto liberal de la igualdad humana y, por eso, « […] es natural que un liberal hable de dignidad humana y presuponga que ésta (ceteris paribus, como de costumbre) es una posesión que corresponde por igual a todo ser humano».
Sin embargo, sin salirnos del ámbito liberal, nos encontramos a autores que niegan tal condición a determinadas personas, al asegurar (como así lo hace el muy liberal David Gauthier) que con determinadas personas no se puede tener el trato moral que exige la teoría contractualista. Realmente, podríamos añadir más referencias en el mismo sentido, pero nos parece abundar en lo innecesario.
Las fuentes de la dignidad
Existen varias perspectivas que otorgan la dignidad al ser humano teniendo en cuenta fuentes diversas. Así nos encontramos con que el ser humano es digno porque está hecho a imagen y semejanza de Dios (una visión que dominaba durante la Edad Media en Europa); desde otros puntos de vista, la persona tiene dignidad por su capacidad de razonar, que es lo que (desde esta perspectiva) la diferencia del resto de animales y seres vivos; por último, entroncada con esta última visión, nos encontramos una tercera perspectiva que sitúa la dignidad del ser humano en su autonomía moral, en su capacidad de tomar decisiones, de diferenciar entre el bien y el mal, y establecer sus propios planes de vida.
A decir de Mccrudden, en su Human Dignity, existen (a grandes rasgos) tres aproximaciones respecto al tema de la dignidad:
1. La religiosa. Situamos la fuente en lo sobrenatural. Depende de una característica humana que le ha sido otorgada por Dios, siendo éste el único capacitado para quitársela (ya que fue quien se la otorgó en un primer momento).
2. La filosófica. Nos acercamos a la dignidad desde el rigor filosófico, y es a través de este análisis que tratado de definirla y encontrar su fuentes.
3. La histórica. Analizamos periodos históricos en los que se considera que la dignidad no ha sido respetada y se analiza los resultados. Para realizar dicho análisis, claro está, hay que tener una concepción, aunque sea intuitiva, de lo que la dignidad es.
Dependiendo del punto de vista que mantengamos, la otorgaremos a unos seres y no a otros. Incluso dentro del mismo punto de vista, teniendo en cuenta la amplitud de cada uno, pueden existir grandes diferencias. Así, por ejemplo, será muy diferente que consideremos la autonomía moral como una meta o como un límite. En este último caso, se determinará que todos aquellos seres que carezcan de autonomía moral (definida como más arriba fue definida) también carecerán de dignidad; por el contrario, si la consideramos como una capacidad que todos los seres humanos tienen en potencia, se buscará maximizarla en lugar de utilizarla como frontera. En el primer caso, inevitablemente, se tendrá que suponer que ciertas personas con graves deficiencias psíquicas no tienen dignidad; en el segundo, en cambio, también éstas serán dignas.
Imagen: cubamatinal.es