Sartre y la Libertad Humana
La libertad humana se manifiesta principalmente en situaciones límites, cuando existe una necesidad inmediata de asumirla.
Para Sartre, el hombre sin libertad vive pero no existe.
El ser en si sin conciencia no es libre, pero el ser para si es esencialmente libre porque puede escapar del determinismo del ser en si.
La libertad pertenece al ser conciente, no es una propiedad natural, no pertenece a la esencia humana, porque el hombre primero existe y después es.
El hombre se hace a si mismo, su vida va por un sendero que puede cambiar ya que lo que llegue a ser dependerá de él mismo, de sus propias decisiones.
No existe la naturaleza humana, el ser humano es un ser para si que proyecta sus propias metas y se esfuerza por alcanzarlas.
Reconoce que todas las metas tienen obstáculos pero depende de cada uno creer que son trabas superables en el ejercicio de la libertad o impedimentos imposibles de salvar.
Los obstáculos aparecen en las metas que son incompatibles con el ideal que se ha proyectado, cuya importancia uno mismo ha elegido adjudicarle.
Si me dejo llevar por estas inclinaciones es porque he elegido yo mismo enfrentarme con obstáculos imposibles de superar. Quiere decir que cuando elijo, estoy eligiendo la meta y también los obstáculos.
En el ámbito del amor es lo mismo, si elijo dejarme llevar por inclinaciones que no me convienen también estoy eligiendo el sufrimiento que conllevan.
Sartre propone un ejemplo de esto. Si desea veranear en Japón, pero carece del dinero necesario, éste será un obstáculo insalvable sólo por el hecho de haber elegido ese lugar para veranear. Si decide en cambio ir a Brighton, que es mucho más cerca, su dinero le alcanzará, por lo tanto no existe ningún obstáculo.
El ideal de un hombre se puede ver en sus acciones. El haber sido vencido por una pasión o por una emoción como el miedo, es un modo de elegir, una forma relativamente irreflexiva de reaccionar frente a determinados estímulos.
El ideal efectivo de un hombre puede ser distinto al que él dice que es su ideal, pero éste se revela fielmente en sus acciones.
El proyecto puede cambiarse pero requiere un cambio drástico, si no se da ese cambio sus acciones revelarán su verdadero proyecto original.
Lo mismo se puede decir sobre la influencia del entorno. Es la conciencia individual la que le da el sentido, para algunos puede ser una oportunidad y para otros algo que los destruye, porque el significado de los factores externos los elijo yo mismo.
Sartre nos está diciendo que aunque no podamos cambiar nuestro entorno por alguna razón o no podamos alejarnos de él, podemos elegir cambiar la forma de verlos, su significado.
Con respecto a la influencia del pasado ocurre lo mismo, el yo no puede hacer que lo que sucedió en el pasado no haya ocurrido, pero depende de su elección el significado que le da a ese pasado.
El hombre desde esta concepción está condenado a ser libre, por el hecho de ser una conciencia, como también puede elegir engañarse a si mismo adoptando algún determinismo y decidir cargar su responsabilidad a algo ajeno a él, como Dios, la herencia, su formación, el ambiente etc., pero esto también lo está eligiendo.
La total libertad es responsabilidad y compromiso y da origen a la angustia.
Para Sartre ser humano consiste en la tendencia de ser como Dios, es decir que el hombre lo que desea es ser Dios.
La mirada del otro me cosifica porque es otra conciencia que actúa como sujeto; su conciencia invade la mía y ya no puede tener dudas de su existencia.
Si el otro me reduce a mi a un objeto yo puedo absorber su libertad sin tocarlo o bien reducirlo también a un objeto.
El primer proyecto con respecto al otro estaría representado en el amor, cuando uno desea poseer una libertad como libertad misma, mientras que si lo tomo como objeto puedo verlo con indiferencia o sólo como objeto sexual, para usarlo para mis propios fines.
Pero ambos proyectos, según Sartre, que es un filósofo pesimista, están condenados al fracaso, porque no se puede absorber la libertad del otro dejándola intacta porque el otro yo trasciende al mío y su mirada me reduce a un objeto al definirme.
El hombre sólo se define en la lápida porque mientras vive es un ser libre que puede decidir cambiar su proyecto y ser otro diferente.