La Angustia del Tiempo, según Pascal
El tiempo se agota en el mismo instante y sólo podemos ser conscientes de él cuando ha pasado, mientras el porvenir es lo que llega muy lentamente si lo anhelamos o nunca si nos detenemos en el pasado.
Somos tan imprudentes como para equivocarnos en los tiempos que no nos pertenecen y como para soñar en lo que es nada, sin pensar que el único tiempo que nos pertenece, es el presente.
La fugacidad del momento hace que el yo sea arrastrado por la existencia y que el instante no tenga sentido, porque la experiencia no se acumula y porque el tiempo de la vida es el de la sensibilidad, que es diferente al tiempo pensado por la razón.
La filosofía del progreso es del proyecto ilustrado, con el concepto del tiempo como camino hacia el cumplimiento de las promesas de la razón, que permite la acumulación de experiencia y de conocimientos, y el que hace que el hombre pueda perfeccionar la realidad y distanciarse de si mismo. Sin embargo, el misterio del hombre no se agota en el desafío matemático de su inteligencia.
Esta temporalidad progresiva lleva la promesa de que el hombre puede llegar a ser semejante a un ideal, tal como lo propone el romanticismo.
El tiempo al encaminarse hacia el futuro permite la libertad y hace posible que coincidan la libertad y el destino. De esta forma, el hombre es un proyecto de si mismo auto realizable en el tiempo.
El tiempo como resultado de la especulación científica es un tiempo que va para adelante, cuya brújula orientadora es el pasado; el presente y el pasado como medios y el futuro como fin.
No vivimos sino que esperamos vivir y tenemos la intención de ser felices más adelante aunque no lo seamos nunca.
La percepción del infinito nos sensibiliza y distorsiona nuestra experiencia del tiempo; no tiene la dirección del porvenir sino que es un silencio que atemoriza y que desborda la razón.
La imaginación magnifica el tiempo presente y minimiza la eternidad, que es convertida en nada para no pensar en ella.
El tiempo de la vida no es el mismo del de las ciencias; es el instante, los momentos puntuales aleatorios que se interrumpen, que no se pueden explicar por los momentos previos ni que tampoco permiten predecir el siguiente.
El tiempo de la vida es de cambios y transformación, mientras que el de la razón sigue el principio de conservación y crecimiento.
Así como la naturaleza necesita del movimiento, el cambio continuo exige el fin de lo que se modifica para ser algo diferente.
El yo nunca es el mismo, de modo que no se puede amar a alguien, sólo se aman sus cualidades.
El alma no puede soportar el transcurso imparable del tiempo para pensarse a si misma, porque en el preciso instante en que se declara a si mismo como pensante, el curso del tiempo lo convierte en pasado, en alquien que dejó de ser quien era para pasar a ser otro diferente.
El tiempo es lo que no permite que el yo sea sujeto de la realidad.
El presente puede herirnos o afligirnos y si es agradable podemos odiar dejarlo ir y tratar de retenerlo para un futuro que siempre es incierto.
El tiempo es algo individual pero nos afecta a todos de la misma forma y es igual que la muerte, garantiza la angustia y asegura la insatisfacción.
Este modelo de yo, está condenado a la frustración debido a la imposibilidad de gobernar el tiempo.
Pascal dice que es en el presente en el que deben estar nuestros pensamientos, porque el pasado sólo nos sirve para lamentar nuestras faltas y el futuro tal vez nunca llegue.
El hombre moderno vive la muerte como la amenaza que frustra sus aspiraciones y nunca como la ocasión de acceder a algo diferente. Se refugia entonces en la diversión debido a la insoportable aleatoriedad del Ser.
Pascal comprende que el misterio de la existencia humana nunca podrá ser resuelto por la razón porque es de un orden diferente.
Fuente: Colección Grandes Pensadores, «Pascal, Vida, Pensamiento y Obra», Ed. Planeta DeAgostini, 2007.