Pascal y el Hombre Honrado
Blaise Pascal (1623-1662), cuestionado como filósofo por su carácter poco sistemático y menos aún conclusivo , fue un destacado matemático, físico, polemista, teólogo y moralista; que se ha ganado un lugar en la historia de la ciencia más que en la filosofía.
Es interesante lo que piensa sobre la dignidad de ser hombre, vislumbrando ya en esa época el peligro de la falta de fe y el desenfreno.
Para Blaise Pascal (1623-1662) el hombre honrado es el que está dispuesto a prestar atención y el que tiene interés en todo lo que sucede a su alrededor, pero que no se deja llevar por el exceso de apetencias o de entusiasmo, ni le da demasiada importancia a las cosas. Es el que puede admirar las proezas humanas pero que conoce sus límites; que puede ser justo y equitativo y es el hombre que es llegado a conocer más por ser honrado que por los títulos que ostenta.
La preocupación por la honradez como ideal humano comienza con el surgimiento de los medios urbanos, donde el aumento de la población y el anonimato exigían la conveniencia de predicar la prudencia y la moderación.
El concepto de hombre honrado, según Pascal, es el resultado del desarrollo de la razón y de una percepción más cerca del escepticismo, cuyo mayor peligro es la indiferencia. Implica que este individuo se aparta de la fe en el espíritu y no obstante ser consciente de si mismo, se conforma con su estado de miseria.
El hombre honrado se opone al libertino, según este pensador, hombre jugador y mujeriego, burgués, culto y aficionado al teatro. En este sentido, Pascal establece una clara distinción entre la moralidad y la inmoralidad, entre la virtud y el vicio, entre la honradez y la deshonestidad. Para él, la verdadera honradez no es simplemente una cuestión de comportamiento externo, sino una cuestión de carácter interno.
Para Pascal los problemas de la muerte, la miseria y la ignorancia y el escepticismo, hacen que el hombre se incline a buscar la felicidad inmediata sin pensar en las verdades últimas. Esta búsqueda de la felicidad inmediata, sin embargo, es una trampa que lleva a la desesperación y a la desilusión. Pascal argumenta que la verdadera felicidad se encuentra en la búsqueda de la verdad y en la vida de la virtud.
El hombre honrado no necesita ser un héroe ni vivir con rigor sobrehumano, la moral debe ser a su medida, ser un asceta sin dejar de ser mundano. Esta idea de Pascal refleja su comprensión de la naturaleza humana y su creencia en la necesidad de una moralidad basada en la razón y en la fe.
La honradez humana exige amor a la verdad, honestidad y voluntad para perfeccionarse. No se trata de exceso de ser un devoto sino de ser digno. Este concepto de dignidad, según Pascal, no se basa en la riqueza o el poder, sino en la virtud y la integridad.
La imaginación, en el sentido de las imágenes sociales, compite contra la arrogancia de la razón y es causa frecuente de errores y extravíos y hace a la belleza, la justicia y la felicidad con apariencia de verdad. Pascal advierte contra el peligro de confundir la apariencia con la realidad y de permitir que la imaginación nos engañe.
El principio de autoridad se basa en la imaginación y no en la razón, ostentando autoridad simbólica como estrategia de control con la apariencia de legitimidad y respetabilidad. Pascal critica esta forma de autoridad y aboga por una autoridad basada en la razón y la verdad.
Este filósofo se mantuvo dentro de la Iglesia católica, pero estaba en contra del alejamiento del Cristianismo original y su consiguiente distorsión como resultado de la Contrarreforma. Pretendía una reforma de la institución eclesiástica, no de la religión.
Pascal se da cuenta que la flexibilidad moral del catolicismo se aleja cada vez más del verdadero cristianismo y que el espíritu racionalista, libertino y escéptico avanza cada vez más promoviendo el ateísmo; por lo tanto trata por todos los medios de recuperar el mensaje de Cristo, que es hacer posible la dignidad del hombre honrado.
Él se daba cuenta del abismo sobre el cual el ser humano trata de construir su existencia con el presentimiento del inminente derrumbe. Su intención, entonces, es preservarlo de esa caída y de su angustia provocada por el predominio de la razón y el ateísmo.
Para Pascal sólo hay una forma de salvar al hombre del precipicio y redimirlo de su naturaleza miserable: la gracia que proporciona la certeza de la fe en Dios.
Según Pascal, la existencia de Dios es incuestionable, por eso no es necesario demostrarlo. En Dios se cree y su realidad se siente. En este sentido, Pascal argumenta que la fe en Dios no es una cuestión de pruebas racionales, sino una cuestión de experiencia personal y de convicción interior.