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Kant y la Paz Perpetua

Publicado por Malena

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El ensayo escrito por Kant sobre La Paz Perpetua, fue publicado en el año 1795, después de la Revolución Francesa.

Kant, estaba muy interesado en este proceso e intentó enfocar el problema teórico de la paz universal, tratando de establecer las condiciones que se deben cumplir para lograr ese objetivo, considerando las relaciones entre los estados.

La Sección Primera de este Tratado filosófico político contiene los artículos preliminares.

El artículo primero nos dice que no es válido un tratado de paz que contenga el germen que genere la posibilidad en el futuro de una nueva guerra.

Si se concretara de ese modo, esto sería solamente un armisticio que resulta por desgaste, ya que cansados de la guerra los estados suelen reservarse motivos para otros reclamos en momentos más oportunos, considerando como principio que la verdadero honor de un Estado es el continuo agrandamiento de sus fuerzas.

El segundo artículo nos dice que ningún Estado independiente, importante o no, podrá ser comprado, heredado, donado o cambiado por otro Estado.

Porque un Estado no es un patrimonio sino que constituye una sociedad y es la sociedad y no otro la que puede disponer de ella misma.

Si así se hiciera sería lo mismo que considerar a las personas como cosas.

El tercer artículo afirma que los ejércitos permanentes deberán desaparecer para siempre.

Los ejércitos representan una amenaza permanente porque siempre están dispuestos a combatir.

Los Estados continúan acumulando armamento aún sin hipótesis de conflicto tratando de superarse unos a otros, ocasionando gastos insostenibles que hacen la paz intolerable, resultando esas mismas fuerzas la causa de las contiendas.

Por otro lado pagar sueldos para que la gente muera o mate no condice con los derechos humanos ya que trata a las personas como máquinas.

El cuarto artículo nos dice que el Estado no debe contraer deudas que tengan el objetivo de mantener su política exterior.

Si las deudas que contraen los Estados son para utilizar como instrumentos de acción y reacción entre las potencias, se convierte en un sistema de créditos que aumenta sin cesar, creando potencias financieras muy peligrosas que fomenta el tráfico y repercute en la industria y la riqueza.

Representan un tesoro que facilita la guerra y que inclinan a los que tienen la fuerza hacia ella.

Si un Estado se arriesga a emitir deudas para tales fines, caerá tarde o temprano en bancarrota arrastrando a otros Estados sin ninguna culpa.

El quinto artículo sostiene que ningún Estado debe cometer intromisión por la fuerza en el gobierno y la constitución de otro Estado.

La ingerencia en los asuntos de otro Estado puede producir anarquía y constituye una violación a los derechos de un pueblo libre, que pone en peligro la autonomía de todos los demás.

El artículo sexto dice que ningún Estado en guerra debe permitirse hostilidades que atenten contra la posibilidad de la paz futura, como por ejemplo, mediante la utilización de medios espurios, como asesinos y envenenadores o por medio de la traición o el quebrantamiento de pactos.

Las estrategias deshonrosas convertirían a las guerras en un exterminio que harían imposible una paz perpetua; aniquilaría a los dos bandos y anularía todos los derechos.