Kant y el Espacio y el Tiempo
Para Kant, el espacio y el tiempo son las formas de nuestra sensibilidad o intuiciones puras, que le otorgan a las cosas que conocemos su estructura.
El espacio es la forma del sentido externo que permite la representación de los objetos como existentes en el espacio; y el tiempo es la forma del sentido interno que hace posible percibir los estados internos en una secuencia temporal.
Los objetos externos también deben pasar por el sentido interno para poder lograr ordenar temporalmente las representaciones recibidas y considerarlas suyas. Por lo tanto, el tiempo es la forma general de la sensibilidad.
Para Kant el espacio es una condición “a priori” porque conforma nuestra percepción de la realidad; por lo tanto es la forma de la intuición externa pero también puede ser el contenido del acto de intuir.
La intuición es la base de la posibilidad de la geometría y de la matemática como ciencias puras, “a priori”, que no dependen de elementos empíricos; por eso la geometría puede establecer principios universalmente válidos con respecto al espacio que no puede ser considerado una característica de los objetos.
Es muy difícil imaginar el tiempo. Si bien constituye la forma del sentido interno, la intuición del tiempo presupone la intuición externa del espacio.
Las determinaciones temporales presuponen necesariamente la intuición de espacio con la representación de objetos y la percepción de cambios y movimientos.
La geometría nos muestra que en cambio las determinaciones espaciales son posibles sin las determinaciones temporales.
De manera que para Kant el espacio y el tiempo son intuiciones y no conceptos, porque están antes que cualquier representación conceptual. Por lo tanto les atribuye la idealidad trascendental.
De modo que la sensibilidad es una de las fuentes del conocimiento; y el otro elemento es el entendimiento o facultad del pensamiento de producir conceptos.
El conocimiento no puede ser considerado una cuestión sólo receptiva sino que tiene que presuponer principios “a priori”, independientes de la propia experiencia que le dan sustento a ésta, o sea que frente a la receptividad de la sensibilidad existe un elemento activo espontáneo que se producirá en ocasión de la experiencia.
La actividad específica del entendimiento es el juicio que consiste en relacionar un sujeto con un predicado y los juicios se componen siempre necesariamente de conceptos.
Mediante los juicios el entendimiento establece una conexión entre un sujeto y un predicado.
De manera que en el caso de la sensibilidad, el espacio y el tiempo son las formas de la sensibilidad mientras que el primer paso en el análisis de la forma del entendimiento es el juicio.
Juzgar es sintetizar y convierten en conocimiento la pluralidad recibida por la sensibilidad.
El conjunto de los juicios sintéticos a priori constituirán la forma del entendimiento y a cada uno de estos juicios según la lógica tradicional, le corresponderá un concepto.
El mundo para Kant es mundo en tanto puede ser conocido y las ideas son el concepto último al que tiende el conocimiento como totalidad organizada y con fundamento.