Más allá del tiempo y el espacio
El escéptico permanece en las tinieblas, tiene la posibilidad de ir hacia la luz o decidir quedarse para siempre en la oscuridad.
Antiguamente solo los visionarios, los magos o los filósofos se atrevían a intuir las verdades que luego comprobó la ciencia, y por ello fueron considerados locos. Ahora, lo que predicen las mentes privilegiadas como verdades aún inexplicables, también es rechazado por el mundo científico que incluso se niega a aceptar los hechos que se producen en la realidad.
Todo aquello que no se puede explicar racionalmente para la ciencia no existe, aunque sean fenómenos palpables y las experiencias sean vividas por cada vez más cantidad de gente.
Ya no es suficiente ver para creer, ahora se hace imprescindible creer para Ver; porque el que no se abre a lo aparentemente incomprensible y extraño permanecerá para siempre en la ignorancia.
Entre estas cuestiones se encuentran los viajes extracorpóreos o astrales, o desdoblamientos de la conciencia, o vivencias del cuerpo doble sutil, etc., experiencias cada vez más comunes que otorgan la capacidad de traspasar la barrera del espacio y el tiempo.
Estos fenómenos existen desde hace muchos siglos y han sido experimentados por los más arcaicos grupos humanos, figurando en casi todas las religiones y en las más diversas culturas.
El viaje astral o extracorpóreo es como la misma vida o la muerte, como el espacio y el tiempo y como los sueños; enormes misterios. Pero también es una oportunidad para explorar y comprender la realidad de una manera que va más allá de lo que nuestros sentidos físicos pueden percibir. Es un camino hacia el autoconocimiento y la expansión de la conciencia.
La imaginación humana no tiene límites y la mayor parte de lo que el hombre ha pensado o intuído en el pasado, posteriormente la ciencia lo ha comprobado. En este sentido, la ciencia y la espiritualidad no son opuestas, sino complementarias. Ambas buscan entender la realidad, aunque utilizan diferentes métodos y enfoques.
Puede existir la posibilidad de que el ser humano pueda trascender esta realidad que vivimos hacia otra dimensión sin tiempo y espacio ni materia conocida y experimentar su conciencia siendo quien es, porque desde el principio de los tiempos el hombre ha intuido esa misma posibilidad en cada rincón de este planeta.
Esta esencia inmaterial y luminosa la reconocen los cabalistas, los antiguos griegos, los egipcios, los sufíes, los taoístas, los hindúes, los noruegos, los anglosajones, los escoceses, los germanos, los filósofos herméticos, Platón y Aristóteles.
Lo cierto es que todos los seres humanos parecen estar dotados para poder salir de ellos mismos, desprenderse de su cuerpo físico sin necesidad de estar muertos; y pueden ver sin los ojos, oír sin los oídos, sentir, experimentar emociones y entender una realidad diferente.
Desde un principio los hombres creyeron que una parte de ellos mismos, no conocida, era capaz de salir de sus cuerpos en algunas circunstancias, como por ejemplo durante un desmayo, durante un sueño, en estado de coma o pérdida de la conciencia por enfermedad o accidente o en experiencias de vida después de la muerte, o sea en estados alterados de conciencia.
¿Pero dónde se encuentra ese cuerpo sutil capaz de trasmigrar a otra dimensión? Obviamente no puede estar en ningún lugar físico del cuerpo, pero si puede estar presente a nivel cuántico como posibilidad, donde la materia y no materia transmutan entre si.
Einstein descubrió que el tiempo absoluto no existe y que es relativo al espacio, por ende tiempo y espacio son una unidad indivisible. Esta realidad que vivimos puede ser una posibilidad capturada por un espacio tiempo, de todas las posibilidades infinitas, que son el origen y la forma de este universo.
Lo infinito del cual formamos parte, se manifiesta a través de nosotros porque está en nosotros y es lo eterno que permanece cuando nos liberamos de la cárcel del cuerpo.
Pero también tenemos la capacidad estando vivos, de experimentarlo, de percibir otras realidades en otros espacios tiempo y de ver el pasado y el futuro, no con el cuerpo sino con esa esencia que mantenemos de nuestra propia fuente a la que pertenecemos, cuando nos alineamos con la perfección y tenemos la intención de hacerlo.
Ese principio del que formamos parte y otras realidades en otros espacios tiempos, así como nuestro propio pasado y futuro pueden hacerse visibles para nosotros, cuando logran reflejarse en nuestra realidad de tres dimensiones, que es lo que podemos percibir con nuestros sentidos.
Nuestro tiempo es lineal y no puede retroceder, pero en el infinito están todos los tiempos y todos los espacios, que solo se pueden vislumbrar saliendo de nuestro espacio tiempo.
Por eso, algunos pueden predecir acontecimientos, cuando logran deslizarse por la brecha entre los pensamientos, la multidimensión donde todo Es y no hay pensamientos. En este estado de conciencia expandida, el pasado, el presente y el futuro se funden en un solo punto, y la realidad se percibe como un todo interconectado.
La ciencia cuántica ha comenzado a explorar estas ideas, sugiriendo que la realidad es mucho más compleja y misteriosa de lo que podemos percibir con nuestros sentidos. En este sentido, la ciencia y la espiritualidad están convergiendo, ofreciendo una visión más completa y profunda de la realidad.
El viaje astral, la desmaterialización, la percepción extrasensorial, la telepatía, la precognición, son solo algunos de los fenómenos que desafían nuestra comprensión convencional de la realidad. Pero en lugar de rechazarlos por ser incomprensibles, debemos abrazarlos como oportunidades para expandir nuestra conciencia y comprender mejor la naturaleza de la realidad y de nosotros mismos.