Osho sobre la iluminación
Osho nos presenta una paradoja: existen dos caminos para llegar a la verdad, el primero es el del auto perfeccionamiento y el segundo es el de la iluminación. La paradoja es que ninguno de los dos son caminos verdaderos.
El auto perfeccionamiento parece ser un camino pero no lo es, porque se trata de una búsqueda que nunca termina; y la iluminación es algo que ocurre de inmediato, un camino sin camino.
Cultivarse uno mismo es algo que ocurre en el tiempo y no se relaciona con la eternidad, pero la iluminación no forma parte del tiempo, es parte de la eternidad y no se puede desear porque no es un deseo terrenal.
Cuando la gente está cansada de las cosas terrenales comienza a desear cosas celestiales y sin darse cuenta está haciendo lo mismo que hacía antes, desear cosas y continuar cautivo de los deseos.
Cultivar el ego sirve solamente para seguir teniendo un ego más pulido, más respetable según las expectativas de la sociedad.
Para tener una mente sensible e inteligente hay que tener también un cuerpo sensible e inteligente.
Si se respeta el cuerpo, que tiene su propia inteligencia, se convierte en algo sagrado.
El Zen tampoco es un camino, es también una paradoja, por eso se conoce como la puerta sin puerta, el camino sin camino, el esfuerzo sin esfuerzo, la acción sin acción.
La idea de un camino implica una meta futura y nosotros estamos en el ahora y en el ahora no hay futuro. El camino sin camino ya está aquí, en el ahora, porque ocurre en un momento, solamente se trata del despertar de la conciencia.
La realidad es un sueño y siempre estamos aquí, no necesitamos ir a ningún lado, ni hacer nada. El Zen aporta una nueva verdad, la iluminación inmediata que surge espontáneamente en una determinada situación y que solamente depende de uno mismo.
El maestro Zen ayuda a despertar, salir del sueño y estar solamente en el aquí y ahora que es el único momento que existe.
La “preparación” es una disciplina que sirve para despertar, tiene que ver con la conciencia y significa que para alcanzar la iluminación hay que crear el contexto.
Por ejemplo, meditar sobre la frase “No hagas caso” en todas las situaciones posibles que se presenten, pase lo que pase, o sea el ejercicio de la no acción hasta las últimas consecuencias.
Es algo muy difícil porque están en riesgo los apegos y desaparece la seguridad y la tranquilidad, aunque nada sea en este mundo seguro y estable.
Si actuamos en forma relajada con total desprendimiento, sin apegos, y optamos por la no acción, seremos personas diferentes con una nueva conciencia.
Se trata de lograr dos cosas: tomar conciencia que no poseemos nada pero que podemos usar todo; y que tenemos que relacionarnos con las personas pero sin involucrarnos en ninguna relación; porque relacionarse lleva a la esclavitud. Amar sin ser celoso ni posesivo, permanecer libre y dejar al otro libre, no dominar ni dejar que nos dominen.
Si estas dos ideas están claras, todos los pensamientos casuales desaparecerán, porque ningún pensamiento es esencial. Lo esencial es el silencio, una experiencia liberadora y sagrada.
Fuente: “El hombre que amaba las gaviotas y otros relatos; Osho.