La vejez la construye uno mismo
Más que las causas orgánicas, es la historia personal la que influye en la forma de envejecer.
El psicólogo especialista en senectud, Hans-Werner Wahl, de la Universidad de Heidelberg, afirma que el paso de los años no significa por sí mismo la certeza de un menor bienestar, ni tampoco lleva a disminuir la vida social.
Sin embargo, para la mayoría, la vejez es sinónimo de pérdidas y de decadencia.
Nunca antes hubo en el mundo tanta cantidad de personas mayores en tan buenas condiciones, lúcidas, abiertas a los cambios, activas y dinámicas.
Abundan políticos y empresarios exitosos de edad avanzada y la esperanza de vida se ha extendido a más de ochenta años.
La vejez, que antes representaba un período corto de la vida, actualmente forma parte de la tercera parte del total de la vida.
Es necesario aprovechar el potencial de la gente mayor, porque hoy en día forma parte de un sector importante de la sociedad, pero que debido a los prejuicios no se considera.
Las personas mayores pueden disfrutar de muchas cosas, según confirman muchos estudios sobre la senectud; y ser capaces de vivir muy bien e intensamente el día a día.
En la vejez existe un mayor conocimiento de los hechos, se logra la habilidad de regular los sentimientos y una mayor capacidad para enfrentar las experiencias de la vida.
Un setenta por ciento de las personas de ochenta años poseen recursos cognitivos duraderos; y las neurosis de carácter disminuyen con la edad, porque se logra manejar mejor las emociones negativas, como la ira, el enojo y la frustración.
Es un hecho que a una edad avanzada llega la calma y la aceptación y que las personas pueden ser más estables y más sabias que cuando eran jóvenes.
En cambio es un error pensar que los ancianos son menos felices, aunque sea cierto que la tasa de suicidio es más alta en personas mayores con problemas graves de salud, aparentemente incurables o que han perdido a su pareja de muchos años.
Los hombres son los que tienen mayor tendencia a suicidarse, mientras las mujeres son menos vulnerables a caer en este estado depresivo.
Las personas de edad avanzada sufren déficits cognitivos, no obstante, es común que se puedan manejar bien en la vida cotidiana y ser felices.
Las investigaciones demuestran que la forma de pensar con respecto al envejecimiento influye de modo decisivo en el modo de envejecer.
El que cree que los achaques son inevitables envejece con mayor rapidez y a veces la capacidad de un anciano es una cuestión de confianza en sí mismo.
La tendencia indica que el que aprende a reflexionar sobre sí mismo, en algunos casos puede manejar mejor sus recursos.
Los genes influyen menos en la vejez que en la juventud y son muy sensibles a las condiciones del entorno; y la herencia tiene mayor importancia en la primera etapa de la vida.
Para el Dr. Wahl, la formación del individuo tiene mayor peso porque le permite a un individuo tener más conciencia sobre su envejecimiento y comportarse de la manera más adecuada, para darle la forma correcta a esa realidad que está viviendo.
Estos sujetos no se conforman y hacen todo lo que es posible por sí mismos, aprenden cosas nuevas, hacen ejercicio, se mantienen activos; y esta actividad los protege del deterioro. Además, se alimentan bien, hacen una vida ordenada y suelen estar libres de preocupaciones.
La alimentación sana, el movimiento y el estímulo para aprender es la mejor forma de prevenir las consecuencias negativas de la vejez.
Envejecer puede ser una cuestión de actitud que está en nuestras manos.
No se trata de luchar contra la edad sino de disfrutar de una buena calidad de vida.
En el mundo laboral se suele considerar que los ancianos son una carga económica, porque aparentemente no producen, sin embargo, hay muchos que prestan servicios honoríficos, cuidan niños y participan en equipos de trabajo en instituciones, manejándose mejor que los jóvenes en situaciones de conflicto e identificándose más con la empresa.
Es verdad que hay jóvenes viejos y viejos jóvenes, porque la edad no lo es todo.
Fuente: Mente y Cerebro; “Forjamos nuestra propia vejez”; entrevista realizada por Steve Ayan al doctor Hans-Werner Wahl.