Krishnamurti y más allá del pensamiento
Las enseñanzas de J.Krishnamurti impartidas por él mismo a toda clase de auditorios en los Estados Unidos, Europa y la India, desde 1967, fueron grabadas por sus seguidores y editadas en tres libros titulados “La raíz del Conflicto”, “La Conciencia Fragmentada” y “La Persecución del Placer”, editado por Editorial Sirio SA, Barcelona, cuyos derechos fueron cedidos a la Fundación Krishnamurti.
Son diálogos con personalidades destacadas del ámbito de la cultura y con público común que llevan al esclarecimiento de los temas más actuales que nos toca vivir.
Krishnamurti afirma que todo conocimiento que hemos adquirido pertenece al pasado, por lo tanto no es real y que el que es bueno es sabio.
Para ver la verdad hay que aprender a mirar y hay que desconfiar del pensamiento, porque es mecánico y siempre está comparando con lo que tiene en la memoria, que es el pasado.
La comprensión se da en el silencio, sin intervención del pensamiento.
La dualidad del pensamiento es el que ha fragmentado al mundo.
Cuando la mente está completamente quieta puede mirar ese instante sin el observador que juzga. Cuando se desea reiterar ese momento con el pensamiento se torna en un placer, y si no se puede alcanzar se convierte en un sufrimiento.
Ese estado de saber es inteligencia que puede operar en el campo de lo conocido.
El papel del maestro es señalar y enseñar a mirar.
Cuando el pensamiento no opera hay un vasto espacio, algo que es realmente sagrado que jamás se puede describir con el pensamiento.
Ese es el espacio que existe entre dos pensamientos, fuera del tiempo, sin imágenes, porque las imágenes las construye el pensamiento.
El contenido de mi conciencia es mi infelicidad, mi desdicha, mis luchas, mis sufrimientos, y todas las imágenes que se han acumulado en la vida.
La mente tiene que liberarse del contenido de la conciencia y no obstante poder vivir en este mundo y poder convertirse en un cerebro que funcione con mucha eficacia.
Este estado de conciencia es la meditación.
Se trata de no construir imágenes cuando nos hacen daño o cuando nos proporcionan placer, estando absolutamente atento al momento presente de modo que esa experiencia no deje ninguna huella.
Esta es la forma de liberarse del pasado. La mente puede vaciarse a si misma de imágenes si no formo una imagen ahora, porque si yo formo una imagen ahora, entonces la estoy relacionando con las imágenes del pasado.
Entonces hay espacio y surge algo sagrado, nada inventado por el pensamiento.
El maestro sólo puede señalar para que el alumno descubra, porque sólo aprende el que descubre por sí mismo.
No dependemos de nadie para descubrir lo que es verdadero y lo que es falso. Yo debo verlo.
Es absolutamente necesario que el hombre cambie, porque si no hay cambio la energía se disipa.
El hombre no cambia porque acepta una realidad corrupta, pero puede cambiar radicalmente y sin ningún esfuerzo, porque cuando hay esfuerzo ya está operando el pensamiento.
Si uno se da cuenta de la máscara que lleva puesta durante el día, de la hipocresía y el engaño, no hay que hacer balance alguno cuando nos vamos a la cama, porque estamos produciendo orden a cada minuto.
Cuando vemos las cosas tal cual son en realidad, no necesitamos ni interpretarlas ni cambiarlas. El análisis de las cosas no es el camino, porque hay que observar sin ninguna clase de análisis.
Cuando hay placer y deseo de placer, se fomenta el miedo, miedo a las experiencias del pasado, miedo al dolor físico que terminó pero que sigo cargando conmigo.
Existe el miedo al presente, al futuro, a la muerte, a lo desconocido, a no realizarse, a no ser amado, todos miedos creados por el pensamiento.
Cuando uno se da cuenta que no hay división entre el observador y lo observado, entre el observador y el pensamiento, entonces se puede ver lo que Es, y cuando vemos lo que Es, estamos más allá de ello.