El Misterio de Dios
A pesar de ser Dios invisible, la gran mayoría de los mortales cree en Él; por lo menos eso es lo que afirma de alguna manera el 96% de la población mundial.
Deepak Chopra continúa diciendo, en su libro “Conocer a Dios”, que después de muchos siglos de creer en Dios, por medio de la fe, el hombre ahora está en condiciones de entender el misterio de Dios y tener mayores oportunidades de conectarse con Él.
Esta conexión con Dios, por medio del conocimiento verdadero, es una prueba de la existencia del alma, de la verdad del sentido de la vida y además preserva al hombre del temor a la muerte; porque Dios es lo único real y todo lo demás es una proyección de Él, inclusive nosotros mismos.
Existe una realidad que desafía la razón en la que Dios y los seres humanos se encuentran. Es la realidad donde se producen los milagros, se perciben las visiones de santos y ángeles y se escucha la voz de Dios. Esta realidad no pertenece al mundo material ni se basa en hechos objetivos, es una realidad que exige una percepción más profunda con el poder de vislumbrar lo sagrado.
Además, esta realidad sagrada se manifiesta de diversas formas en nuestra vida cotidiana. Se puede experimentar en la belleza de la naturaleza, en la bondad de las personas, en la sabiduría de los libros sagrados y en la paz que se encuentra en la meditación y la oración. Esta realidad sagrada es también la fuente de nuestra inspiración, creatividad y amor.
Dios se manifiesta en nosotros en nuestro instinto de supervivencia, en nuestra identidad personal, en nuestra confianza en el mundo, en nuestras intuiciones, en nuestra creatividad, en nuestro poder de conectarnos con Él y hacer milagros y en la posibilidad de experimentar lo sagrado; experiencias que Dios nos ofrece y que constituyen la base de todas las religiones.
Los místicos no son tan diferentes de las personas comunes, sólo han aprendido el secreto para ponerse en contacto con esa realidad sagrada, fuente de todo poder. Durante esas experiencias los místicos sienten que sus cuerpos se vuelven ingrávidos, tienen la sensación de flotar en el aire y pueden verse desde arriba; la respiración se les vuelve más uniforme, aumenta su bienestar y su energía y todos sus sentidos se vuelven más sensibles; y esa experiencia de iluminación, les da la sensación de que finalmente han llegado a casa.
Pero lo sagrado es más que una sensación, es un lugar y el problema es que es difícil permanecer allí mucho tiempo, porque la realidad material los reclama.
Dios es un proceso, porque su búsqueda fue y es para el hombre, desde siempre, necesaria. Es la inteligencia infinita que está en todos lados. Dios es el principio y el fin, el alfa y el omega, la causa y el efecto de todo lo que existe. Dios es la fuente de toda vida, de toda sabiduría, de todo amor y de toda verdad.
Está demostrado, por ejemplo, que la plegaria tiene un poder sanador; investigaciones realizadas con ciento cincuenta pacientes operados del corazón, que recibieron los efectos de plegarias de siete grupos religiosos, entre ellos budistas de Nepal y monjas carmelitas de Baltimore; y los rezos de la organización denominada Jerusalén Virtual que pide a sus fieles por correo electrónico que envíen sus plegarias para pegarlas en el muro de los lamentos; descubrieron que el cincuenta por ciento de estos pacientes se recuperaban mejor cuando se rezaba por ellos.
La plegaria nos conduce a una realidad diferente que puede modificar nuestra realidad material y nuestro cerebro responde según sea el nivel en el que se encuentra. En el nivel de defenderse de los peligros lucha o huye; cuando se esfuerza por sus objetivos, compite, cuando ha logrado la paz, reflexiona; cuando puede percibir desde una perspectiva más alta, entiende; cuando se inspira, crea; cuando se entrega siente compasión y amor y cuando tiene conciencia de unidad es libre y tiene el poder de Dios.
El cerebro humano sólo alcanza la realidad suprema cuando su cerebro llega a conocer a Dios. Conocer a Dios es más que una cuestión de fe, es una experiencia directa y personal que transforma nuestra vida y nos lleva a un nivel de conciencia más elevado.
«Conocer a Dios», Deepak Chopra.