Tecnocracia
La tecnocracia es la concepción política según la cual el gobierno ha de ser cosa de los técnicos, en términos generales. La idea es que las decisiones políticas han de tomarse sobre la base de los datos y del método científico. Desde este punto de vista, las decisiones políticas tomadas por los técnicos, por ejemplo, por la Troika en Europa, son necesariamente mejores que las adoptadas por otros agentes, tales como la mayoría de los ciudadanos.
Conocimiento y decisiones políticas
La idea de vincular el conocimiento, científico y técnico en el caso de la tecnocracia, con la toma de decisiones políticas no es nada nueva; lo cierto es que algo así se le ocurrió a Platón. Tras décadas defendiendo el gobierno del filósofo-rey, porque era el más sabio, terminó a su vejez pensando que, después de todo, al filósofo-rey no se le podía dejar gobernando a sus anchas, por lo que debía estar sujeto a la ley.
Platón suavizó sus ideas políticas a este respecto y es que se dio cuenta que ni los filósofos eran perfectos; que el saber por sí mismo no garantizaba la toma de decisiones políticas acertadas. Esta, por supuesto, no es una conclusión que saquemos de lo que Platón dijo explícitamente, sino de su propia trayectoria intelectual.
El papel de la ética y la moral en la tecnocracia
Además de los límites del conocimiento técnico, hay otro aspecto importante a considerar en la tecnocracia: la ética y la moral. Aunque los técnicos pueden tener un amplio conocimiento en su campo, no necesariamente están equipados para tomar decisiones éticas y morales. Estas decisiones a menudo requieren un juicio que va más allá del conocimiento técnico y científico.
Por ejemplo, un técnico puede tener todos los datos sobre el impacto ambiental de una política particular, pero la decisión de si el impacto es aceptable o no es una cuestión de valores, no de datos. De manera similar, un economista puede tener todos los datos sobre los efectos económicos de una política, pero la decisión de si esos efectos son justos o no es una cuestión de justicia social, no de economía.
En cualquier caso, los motivos por los que el conocimiento técnico puede no dar como resultado decisiones políticas acertadas pueden ser variados: por falta de honestidad por parte de los técnicos que toman las decisiones, por errores, que también se cometen a nivel técnico, por falta de respuestas técnicas y científicas para las cuestiones política, como ocurre en la mayoría de los casos, etc.
Los límites del conocimiento científico-técnico
¿Cuándo se alcanza la mayoría de edad?, ¿pueden ser los animales sujetos de derecho?, ¿cuándo empieza una entidad a ser sujeto de derecho?, ¿lo es un feto humano de 20 semanas?, ¿en qué circunstancias debe un país declarar la guerra?, ¿qué ciencia debería guiar la toma de decisiones políticas?, ¿deberíamos subir impuestos a los más ricos y tener un sistema social proteccionista o deberíamos hacer lo contrario?, etc. Estas son algunas preguntas que requieren de una respuesta política en cualquier sociedad moderna y para las que no existe ninguna respuesta que pueda proporcionarse desde un punto de vista técnico, entre otras cosas, porque ni siquiera son preguntas que se formulen a ese nivel de conocimiento.
Decisiones informadas y tecnocracia
El lugar del técnico no es la toma de decisiones políticas. Podemos, y debemos, tomar decisiones políticas informadas pero no por ello relegamos nuestra responsabilidad en el técnico. Primero, porque el conocimiento técnico, por sí mismo, es incapaz de generar decisiones políticas informadas en todas las circunstancias, muchas de las cuales están más allá de los límites del conocimiento técnico y científico.
En segundo lugar, porque sabemos de sobra que el mero conocimiento científico-técnico no garantiza que las decisiones políticas sean acertadas. A parte de lo que sepamos sobre el dominio de realidad sobre el que trata la decisión a tomar, hay otros factores a tener en cuenta a la hora de garantizar una buena respuesta política. Un sistema tecnocrático es una especie de despotismo ilustrado y en un tal sistema siempre existe el riesgo de que los técnicos tomen decisiones interesadas haciéndolas pasar por objetivamente apropiadas.
La tecnocracia en el mundo moderno
En el mundo moderno, la tecnocracia ha tomado un nuevo giro con el auge de la inteligencia artificial y los algoritmos. Algunos argumentan que estos pueden tomar decisiones más justas y eficientes que los humanos. Sin embargo, esto plantea nuevas preguntas éticas y morales. ¿Quién es responsable cuando un algoritmo toma una decisión incorrecta? ¿Cómo garantizamos que los algoritmos no estén sesgados? ¿Cómo equilibramos la eficiencia con la justicia social? Estas son preguntas que la tecnocracia moderna aún debe responder.