Poder popular: las enseñanzas del caso de Baena
Ya hemos hablado aquí en otras ocasiones acerca de Baena, mi pueblo. Y es que, a pesar de ser una pequeña ciudad, o un pueblo grande, de poco más de 20.000 habitantes, ocurren allí cosas de lo más sorprendente y de gran interés filosófico, sociológico y antropológico. Con lo sucedido en la historia reciente de Baena hemos aprendido algunas cosas interesantes sobre la objetividad de las cualidades estéticas en las obras de arte. Y más recientemente, hemos aprendido en Baena algunas lecciones interesantes sobre la democracia, el poder, el peligro de la profesionalización de la política y las redes sociales.
¿Qué ha ocurrido en Baena?
Pero antes de entrar en materia, tenemos que contextualizar. Resulta que en Baena, tras unas elecciones municipales, se alzó victorioso el PSOE (Partido Socialista Obrero Español). Este ya estaba en el poder, pero en esta ocasión tenía mayoría absoluta, lo que le permitía tomar las decisiones que le viniera en gana, tras un debate que ya se sabe cómo va a acabar. En estas circunstancias, la primera decisión política del equipo de gobierno fue una subida de sueldos para ellos que iba a suponer para las arcas públicas un sablazo de casi 200.000 € anuales.
Eso en un contexto de profunda crisis económica, en el que la deuda del Ayuntamiento asciende a casi 13.000.000 €, el desempleo afecta a casi 2.000 almas, los comedores sociales de Cáritas están a rebosar y la delincuencia aumenta peligrosamente por razones obvias. Una medida sorprendente para todo el mundo, incluso para los propios votantes del PSOE.
La profesionalización de la política
De cara a la opinión pública, el gobierno local tenía preparada una batería de argumentos que, evidentemente, ignoraban la existencia de nuestras flamantes y numerosas entradas sobre lógica, argumentación y falacias. Pero además de eso, eran totalmente engañosos y falaces, lo que significaba que estaban tomándonos a todos por tontos. Su actitud era la de un timador habitual, que engaña y roba.
Su principal argumento consistía en asumir una premisa presumiblemente falsa, a saber, que alguien que se dedique a la política debe cobrar un sueldo igual al que cobraría un funcionario de alta categoría, ya que de otro modo habría un sector de la población que no se dedicaría a la política, a saber, las personas que tuvieran sueldos altos y pudieran ver mermado su salario.
En esta línea, en sus listas llevaban a una pediatra, la cual iba a cobrar como 1ª Teniente de alcalde un sueldo exactamente igual al que cobrara como médica, 53.800 €/año. El alcalde, por su parte, argumentaba que, puesto que él era el alcalde, no iba a cobrar menos que la 1ª Teniente de alcalde, por lo que tenía un sueldo de 200 € más, simbólicamente superior, el cual suponía un incremento de 8.000 €, sin contar el incremento en términos de cotizaciones a la Seguridad Social, con respecto a su sueldo en la legislatura anterior, de 46.000 €/año.
Estos hechos y este argumentario nos reveló información sobre la subjetividad política de esos ediles. El pueblo de Baena pronto fue capaz de captar, en un ejercicio de superioridad moral e intelectual que dejó indefensos a esos desgraciados, que tanto el alcalde como sus secuaces únicamente pretendían acceder al cargo para asegurarse el salario, ya que de todos ellos la única que en la vida real ganaba el mismo sueldo que iba a ganar en política era la pediatra, por lo cual, en buena lógica, se deduce que el resto de ediles iban a ganar en política un salario superior al que ganarían fuera. En algunos casos, sin el cargo público estarían engrosando las listas del paro.
La vocación política
El problema de la anterior visión sobre la política es que es rotundamente errónea. Es falso que el dinero tenga que ser un incentivo para la dedicación a la política, como no lo es para el voluntariado. En efecto, en nuestra sociedad existen centenares de personas que hacen importantes labores de forma altruista y las llamamos voluntarios. Y es precisamente a las personas que defienden el anterior argumento a las que más se les llena la boca a la hora de hablar de voluntariado. Desde este punto de vista, su premisa principal es falsa sin más. Si la doctora tenía realmente vocación pública y no mero interés profesional, no hubiera aceptado tal cosa. Pero es más, si dicha premisa fuera verdadera, solo justificaría el sueldo de la pediatra, ni el del alcalde ni el de todos los demás.
Poder democrático y redes sociales
El poder democrático es el que emana, directa o indirectamente, de la mayoría de los ciudadanos. Se ejerce de muchas maneras, variables en función de la época y la moral colectiva. Por ejemplo, en el pasado se ejercía este poder mediante la guillotina; hoy en día este método es repugnante para nuestras convicciones morales y se ejerce de otras maneras menos crueles, tales como el voto, la protesta multitudinaria, la organización en movimientos cívicos, etc.
En Baena hemos aprendido que el poder del voto del ciudadano, en una democracia representativa, tiene un carácter meramente constitutivo, es decir, en virtud del mismo se respalda la constitución de un gobierno que ejecutará un programa concreto, sin embargo, carece de fuerza regulativa, es decir, por lo que respecta a la toma de decisiones particulares y al modo en que se ejecutará el programa, el voto ciudadano es irrelevante y solo cuenta el voto del representante político (concejal o diputado).
El único modo compatible con la moral colectiva actual de contrarrestar los votos de los representantes políticos, cuya voluntad no necesariamente coincide con la voluntad de la mayoría de los ciudadanos (o con la suma de voluntades particulares de estos), es la protesta multitudinaria. Es aquí donde entran en acción las redes sociales, que en el caso de Baena han demostrado una gran efectividad a la hora de conseguir que la injusticia que iba a perpetrar el gobierno local trascendiera, más allá de todas las fronteras.
Las redes sociales han sido una herramienta que ha permitido al pueblo de Baena las siguientes acciones políticas:
– Dar a conocer la situación en todas las redes sociales, de diversos grupos y páginas (sindicatos, partidos políticos, asociaciones de consumidores, etc.).
– Dar a conocer lo sucedido a diversos medios de comunicación, nacionales e internacionales.
– Enviar mensajes de forma masiva a los dirigentes del partido político que perpetró la acción.
– Poner en evidencia tanto al alcalde, al partido político y a los concejales implicados en la pillería. El alcalde comenzó respondiendo, pero en cuanto sus argumentos fueron refutados, ya no se atrevía.
– Ponernos en contacto con otras corporaciones del mismo partido de todos los pueblos y ciudades que nos encontramos en las redes sociales.
– Hacer públicas las opiniones contrarias que nos llegaban a algunos ciudadanos de miembros de ese partido que no querían señalarse públicamente. Les guardamos el anonimato.
– Convocar una manifestación en la plaza del ayuntamiento para el día del próximo pleno, el jueves 27 a las 19:00 horas; manifestación que, en cualquier caso, se celebrará.