La democracia directa
Ayer dedicamos un post a hablar de un sucedáneo de la democracia, a saber, la democracia representativa. Allí dijimos que este sistema de gobierno, según el cual unos representantes elegidos mediante sufragio universal ejercen el poder perteneciente al pueblo, había quedado obsoleto. Y decíamos esto porque, además de sus problemas intrínsecos, se daba en la actualidad la circunstancia de que el mundo estaba muy intercomunicado y que la información viajaba a una gran velocidad. Bueno, no utilizamos estas palabras exactamente, pero lo que dijimos venía a decir esto. Sea como fuere, lo cierto es que a día de hoy la democracia directa es el mejor sistema de gobierno.
La democracia directa
Un sistema en el que los individuos votan las decisiones que se van a tomar y las leyes, sin mediación de representantes, es una democracia directa o democracia genuina. La democracia directa fue en el pasado, durante el siglo V a. C. la única democracia que existía. Fue el sistema de gobierno en Atenas, donde los ciudadanos se reunían a debatir y votar las cuestiones que afectaban en la polis (la ciudad-estado griega). Aunque las mujeres, los niños y los extranjeros no eran considerados ciudadanos y, como no ciudadanos, tampoco tenían derecho al voto, lo cierto es que en Atenas, todo individuo considerado ciudadano tenía voz y voto. Aquí la cuestión no es que no fuera una democracia auténtica, sino que su concepto de ciudadano era más excluyente que los conceptos de ciudadano que tenemos actualmente.
En cualquier caso, la tendencia ha sido argumentar que la democracia directa podría ser viable en una ciudad-estado como Atenas, donde además el estatus de ciudadano era bastante restrictivo, pero no en los modernos estados nacionales, en los que viven millones de personas espacialmente alejadas.
La democracia directa es viable en la actualidad porque nada es como antes
El problema del argumento más poderoso en contra de la democracia directa y en favor de la democracia representativa es que ha muerto definitivamente, gracias a los avances tecnológicos en el campo de las telecomunicaciones y de la informática. Cuando tenía sentido argumentar así no existían ni Internet ni los smartphones, de modo que era natural ver el acuerdo de varios millones de personas o los procesos de decisión como inviables. Sin embargo, gracias a Internet la información viaja en grandes cantidades a gran velocidad por todo el mundo. Desde este punto de vista, las dificultades utilizadas como objeción para la democracia directa han desaparecido, por lo que deja de tener sentido continuar con sistemas de gobierno basados en la democracia representativa.
¿Qué ventajas tiene la democracia directa?
Las principales ventajas de un sistema de gobierno basado en la democracia directa es que no tiene los problemas intrínsecos de los sistemas basados en la democracia representativa. En efecto, superada la cuestión práctica de la viabilidad de la democracia directa, este sistema de gobierno no tenderá a convertirse en una plutocracia, no arrastrará los problemas de los partidos políticos (falta de coincidencia entre los programas electorales y los intereses de los electores, tendencia al bipartidismo, tendencia hacia la plutocracia, etc.) y conseguiremos disminuir la posibilidad de que haya corrupción política, por solo mencionar dos de las principales ventajas.
La democracia directa en el siglo XXI
En el siglo XXI, la democracia directa puede ser más que una utopía. Con el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, la participación ciudadana puede ser más activa y efectiva. Las plataformas digitales pueden permitir que los ciudadanos voten directamente sobre las leyes y las decisiones políticas, sin la necesidad de intermediarios políticos. Además, estas plataformas pueden ser diseñadas para garantizar la seguridad y la privacidad de los votantes, evitando así el fraude electoral.
La democracia directa también puede promover la transparencia y la rendición de cuentas. En un sistema de democracia directa, las decisiones políticas son tomadas por los ciudadanos, lo que puede reducir la corrupción y el nepotismo. Además, los políticos tendrían que rendir cuentas directamente a los ciudadanos, lo que puede mejorar la eficiencia y la eficacia del gobierno.
La democracia directa también puede mejorar la inclusión y la representatividad. En un sistema de democracia representativa, los políticos suelen ser elegidos por un pequeño grupo de ciudadanos, lo que puede llevar a la subrepresentación de ciertos grupos sociales. En cambio, en un sistema de democracia directa, todos los ciudadanos tienen la oportunidad de participar en la toma de decisiones, lo que puede mejorar la representatividad y la inclusión.
La democracia directa también puede fomentar la educación cívica y la participación ciudadana. En un sistema de democracia directa, los ciudadanos tienen que informarse y debatir sobre las cuestiones políticas, lo que puede fomentar la educación cívica y la participación ciudadana. Además, la participación directa en la toma de decisiones puede aumentar el sentido de pertenencia y la satisfacción con el sistema político.
En definitiva, la democracia directa puede ser una alternativa viable y deseable a la democracia representativa en el siglo XXI. Sin embargo, para que esto sea posible, es necesario un cambio de mentalidad y una reforma de las instituciones políticas. Además, es necesario garantizar el acceso a la información y la educación cívica, para que todos los ciudadanos puedan participar de manera informada y responsable en la toma de decisiones políticas.