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Funcionarios públicos

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Cuando el gobierno de un país tiene un control absoluto sobre sus funcionarios públicos, podemos decir que estamos ante un gobierno dictatorial y totalitario. El problema como tal es raro verlo en los manuales de Filosofía política, pero esto se debe a que, salvo durante el periodo de entreguerras (1918 – 1939) en el que el fascismo ascendió al poder en varios países europeos (Alemania, Italia y España, principalmente), nunca se habían visto, o habían sido poco patentes cuando se habían hecho, intentos de controlar al funcionariado de un país. Ahora es algo que está pasando en los países del sur de Europa: en Grecia, España, Portugal e Italia. Sus gobiernos han sido elegidos democráticamente y están aprovechando el poder que se les ha dado para controlar el Estado de forma absoluta, a través de un dominio real de sus funcionarios públicos. Estamos ante un problema práctico de filosofía política, acerca del cual hay que reflexionar para cambiar la realidad.

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Forges es un humorista gráfico que, a través de la prensa, ha contribuido a demonizar a los funcionarios.

El papel de los funcionarios públicos

Aparte de las tareas específicas que, como trabajadores de la administración pública, deben desempeñar los funcionarios, este cuerpo de trabajadores desempeña una importante función política, a saber, mantiene los hilos del funcionamiento del Estado alejados de las garras de los gobernantes de turno. Se trata de un cuerpo de trabajadores que trabajan para el Estado, que es su pagador, y que permanece a pesar de los cambios de gobierno. Y aquí surge una cuestión, pues alguien podría objetar que, en realidad, vivimos bajo la dictadura de los funcionarios públicos.

Esta objeción es muy natural, sin embargo ocurre que los funcionarios no forman una organización, pueden ser vistos como un todo organizado, pero es un todo sin intereses particulares. De hecho, tenemos vecinos, amigos y familiares que son funcionarios públicos y no tenemos la impresión de que sean dictadores. Algunos pueden tener un carácter autoritario, pero eso no tiene nada que ver. Cada funcionario se dedica a hacer su trabajo, el maestro enseña, el juez instruye casos y los juzga, la administrativa o administrativo del ayuntamiento de tu ciudad compulsa documentos y sella formularios, etc. La sospecha del gobierno dictatorial de los funcionarios estaría bastante infundada.

Demonizando a los funcionarios públicos

El desconocimiento que tenemos en general del papel político del funcionariado sirve como trampolín para su conquista. El contexto tiene que ser el de una crisis económica y un aumento trepidante del desempleo. En tal contexto y con ese trampolín, comienza la conquista del Estado a través de la conquista del cuerpo de funcionarios públicos. Lo primero es la demonización del funcionariado. En España comenzó con el caso de los controladores aéreos. Después se extendió al resto de empleados públicos. Al pueblo se le dijo, una y otra vez, que los funcionarios eran unos privilegiados. Según este mensaje, un maestro de escuela viviría en un castillo (algo que es falso, pues yo tuve como compañero de piso a un maestro de escuela, funcionario de carrera), mientras que el pueblo pasa penurias y está en el paro.

La conquista del funcionariado

Seguimos con el caso de España. Calado el mensaje, se procedió a hacer pequeños recortes en el salario de los empleados públicos bajo el pretexto de disminuir el insostenible gasto público. El pueblo los vio con buenos ojos, pues ya todos pensaban que había que eliminar los privilegios de los funcionarios. Y como esto funcionó, se hicieron más recortes. Y la sociedad, convencida de que los funcionarios son unos privilegiados que viven como reyes, lo aplaudió. El paso siguiente, el decisivo, fue romper el blindaje laboral de los funcionarios de carrera, en particular, y de los empleados públicos, en general. Y este es decisivo porque es el que permite a los gobiernos controlar de forma absoluta a los funcionarios: los trabajadores del Estado ya no son independientes del Gobierno.