El Sentido del Trabajo
El trabajo es la expresión más acabada de la capacidad del hombre, porque el hombre se convirtió en humano cuando comenzó a utilizar sus manos para fabricar herramientas.
Algunos simios son capaces de usar elementos de la naturaleza para conseguir ciertos fines pero no pueden ir más allá de eso.
Sólo el hombre es capaz de modificar la naturaleza, no sólo para su propio beneficio sino también para expresar su creatividad e individualidad.
El hombre antiguo se ocupaba de tareas relacionadas con la supervivencia, su trabajo le permitía alimentarse él y alimentar a toda su familia.
Con el tiempo, los hombres comenzaron a colaborar entre sí y se fueron agrupando para trabajar juntos y asegurar la supervivencia de todo el grupo o de la tribu.
La agricultura le permitió al hombre hacer una vida sedentaria, su sustento ya no dependía de la caza o de la recolección de frutos. De esa forma pudo controlar la hambruna que le exigía trasladarse de un lugar a otro en busca de alimentos.
Controló el fuego y el frío y construyó viviendas; y la vida sedentaria hizo que se fueran formando los primeros conglomerados urbanos.
El trabajo de los artesanos fue el que dio origen al comercio y la aparición del dinero dio lugar al surgimiento de la burguesía.
Ser artesano era una tarea creativa que además tenía el objetivo de satisfacer una necesidad, mediante la elaboración de un producto.
Con al revolución industrial, el hombre se convierte en un engranaje más de la máquina y es confinado a trabajar a la vera de una línea de montaje, colaborando para la producción en serie.
La burocracia lleva al hombre a ocupar puestos de trabajos administrativos, confección de documentos, facturas, cartas, planillas, etc., que generalmente no tienen ningún significado para él.
El hombre vende su fuerza de trabajo y no importa la tarea que realice si la paga es buena, mientras los jóvenes eligen carreras rentables para tener todo lo que el dinero puede dar sin saber cuál será el trabajo que tendrá que realizar, a veces, toda la vida.
El hombre de hoy trabaja todo el día pero su trabajo no siempre tiene sentido para él; se ha alienado en un rol, una función que les brinda una buena remuneración pero que no tiene significado alguno para él.
Por fuera ha logrado cumplir el sueño del hombre común: tener lo que necesita y vivir cómodo sin altibajos, pero por dentro no sabe quién es y no quiere pensar, refugiándose en alguna de las tantas adicciones que existen para calmar su necesidad natural de ser él mismo.
El aparente buen standard de vida en países altamente desarrollados no hace al hombre feliz, porque la tasa de suicidios aumenta en proporción directa a la eficiecia de la organización social, que considera que la satisfacción de las necesidades materiales es la aspiración de todo ser humano.
El hombre no tiene por qué luchar, las parejas se separan, las mujeres se independizan y se hacen cargo de sus hijos. La familia tradicional se convierte en familia atípica.
Tanto el hombre como la mujer no sólo han perdido su rol esencial sino que también han perdido el sentido del trabajo y de la vida.
Es el momento en que el hombre como especie tiene que asumir la responsabilidad de su vida, encontrarse a si mismo y recuperar la dignidad humana como individuo único en su trabajo. Será su desafío ser capaz de evaluar sus circunstancias, aceptarlas y trascenderlas, comprometerse con sus decisiones sin miedo y atreverse a desarrollar su potencial creativo creyendo sólo en él mismo.