Filosofía

Bipartidismo

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

El bipartidismo es el sistema político de la burguesía, una clase social que fue forjándose durante la baja Edad Media, creció y se desarrolló durante la Edad Moderna, y llega a su máximo esplendor en la actualidad. Conforme la burguesía fue alcanzando poder económico, fue exigiendo mayor poder político, lo que desencadenó en diferentes países de Europa y América una serie de revoluciones burguesas (holandesa, inglesa, americana y francesa), las cuales cambiaron el orden social establecido. Este, conocido como Antiguo Régimen, privilegiaba a una minoría (nobleza y clero), la cual ostentaba, junto al monarca de turno (que pertenecía a la nobleza), el poder político. Esta forma de organización social era desventajosa para todos los no privilegiados. La clase burguesa, una clase rica emergente, consideraba, por su parte, que esta sociedad estamental era especialmente perjudicial para sus negocios, en la medida en que las políticas económicas y fiscales dependían de los intereses del clero, el monarca y la nobleza.

bipartidismo

En el bipartidismo el concepto de oposición entre los dos grandes partidos es engañoso.

Definición de bipartidismo

El bipartidismo es un sistema político concebido para la buena marcha de los negocios. Esto significa que garantiza la estabilidad política y contribuye al orden social. Para conseguir tal cosa, dos partidos, llamados antaño conservadores (que defendían los privilegios de los nobles) y liberales (que estaban preocupados por la buena marcha de los negocios de sus miembros), se turnan el poder. Si hay más partidos, el modo en el que se turnan el poder estos partidos, etc. depende de las particulares circunstancias históricas de cada país.

Veamos el ejemplo de España. Hubo un tiempo durante el siglo XIX en que Isabel II, que se hizo increíblemente rica especulando con la sal, mandaba formar gobierno a un partido u otro en función de la capacidad de presión de la nobleza y el clero, por un lado, y de la burguesía, por otro. En este mismo país, entre finales del XIX y principios del siglo XX, Cánovas del Castillo, un granuja de cuidado, inventó una farsa, conocida como sistema canovista, diseñada para que dos partidos se alternaran en el poder (turno de partidos). Para conseguir esto se valió de herramientas políticas tales como el caciquismo, el pucherazo y el encasillado (el Ministerio de Gobernación manipulaba los resultados, otorgando la mayoría al partido al que le tocara el turno y una pequeña representación al resto de partidos). En la actualidad, la Ley Electoral española, basada en las circunsripciones y en la Ley D’Hondt, mantiene un turno de partidos sin necesidad de las herramientas anteriormente mencionadas.

Había más gente: los desheredados

El orden social es bueno para los negocios y la estabilidad política es un requisito indispensable para que haya el orden suficiente como para no tener que cerrar el taller de costura, por ejemplo. La monarquía absoluta garantizaba la estabilidad política, pues un gobernante se mantenía indefinidamente (hasta que abdicara o muriera no se sabe cuándo) en el poder. Sin embargo, suponía un problema para los negocios burgueses. Y esto no se debía a que la clase noble fuera en sí misma perversa. Los nobles (y el monarca y el clero) también tenían poder económico e intereses económicos. El problema, desde un punto de vista burgués, es que teniendo intereses económicos, cualquiera va a privilegiar sus propios negocios en detrimento de los negocios de los demás, así que en este estadio de su historia, la clase burguesa no toleraba el poder de una única persona (ni aunque fuera un burgués), sino que prefería un parlamento formado por individuos, que deciden mediante el consenso.

Durante un tiempo la cosa marchó más o menos como la seda, no sin ligeros contratiempos. Sin embargo, en las revoluciones que dieron el poder político a la burguesía participaron otros miembros de la sociedad económicamente menos favorecidos: los pobres. Como estos no tenían negocios, no se consideró necesario que tuvieran poder político, así que siguieron con sus quehaceres habituales, que consistían en trabajar mucho, vivir mucha gente en una casa pequeña, comer poco y mal y morir jóvenes. Eso sí, los burgueses y los nobles (estos siguieron existiendo sin privilegios específicos) podían padecer la gota.

Sin embargo, los tiempos cambian. Nuevos inventos transforman los negocios burgueses y surgen nuevas relaciones laborales. Aparece el proletario industrial, que solo tiene la fuerza de su trabajo, la cual malvende a cambio de un salario de subsistencia, en jornadas de trabajo inhumanas. Así que los pobres se dan cuenta de que, aunque no tienen negocios, sí que tienen intereses. Por ejemplo, trabajar menos horas y cobrar un salario justo por su trabajo, entre otros muchos. Surgen otros partidos distintos de los tradicionales (liberales y conservadores) que representan los intereses de las clases más desfavorecidas. Los partidos comunistas en diferentes países y las socialdemocracias son muestra de ello.

Declive del bipartidismo

La Revolución Rusa de 1917 supuso un soplo de esperanza para las clases más desfavorecidas. Los pobres trabajadores y campesinos tenían la posibilidad de conquistar el poder, lo que conllevó que en muchos países de Europa el bipartidismo hiciera quiebra durante el periodo de entreguerras (1918-1939). En este periodo, en distintos países partidos no tradicionales ganan representación e, incluso, llegan al poder. Se hacen famosos los Frentes Populares, que aglutinan a pequeños partidos de izquierdas. Los casos de Francia y de la II República Española son paradigmáticos.

El bipartidismo tras la II Guerra Mundial

El mundo cambia completamente tras la II Guerra Mundial. Se inicia una Guerra Fría entre el bloque socialista soviético y el bloque capitalista, abanderado especialmente por Estados Unidos y Gran Bretaña. En los países capitalistas, el bipartidismo es fortalecido nuevamente, evitando que se produzcan situaciones políticas como las del periodo de entreguerras. La mera idea de los derechos de los trabajadores suponía, para la burguesía, un problema para sus negocios. Sin embargo, la existencia de la Unión Soviética, constituía una alternativa peligrosa, de modo que mientras que esta existió, buena parte de los trabajadores dejaron de ser extremadamente pobres, en el bloque comunista y en el capitalista: se podían comprar una casa y un coche, además de recibir atención sanitaria y trabajar pocas horas.

Con la caída de la URSS los derechos de los trabajadores dejan de ser un problema, desde el punto de vista político. El bipartidismo se crece y comienzan una serie de políticas, en casi todo el mundo, que atacan directamente a los derechos de los trabajadores. Eso sí, el escenario es otro: ya no existe un partido que defienda los privilegios de la nobleza y el clero y otro que se oponga a estos para que los negocios de todos estén en pie de igualdad. El escenario es nuevo: ahora, hay un partido que representa los intereses de las clases ricas en general y otro que representa los intereses de la clase pobre en general, siempre que no se opongan a los intereses de las clases ricas. En definitiva, partidos que representan intereses burgueses desde distinta perspectiva.

De este modo llegamos a la actualidad. Ahora mismo, en Europa, laboratorio habitual de movimientos políticos, el bipartidismo se enfrenta a una nueva crisis. Esta está causada por la crisis económica. La situación actual ha mostrado que los partidos tradicionales burgueses representan intereses que nada tienen que ver con los de la mayoría de los votantes. A este respecto, Grecia ha sido el primer país en desbancar al bipartidismo actual. En Gran Bretaña, donde se han celebrado elecciones municipales y hoy se celebran las elecciones al Parlamento Europeo, todo parece indicar que el sistema bipartidista se rompe. ¿Veremos el lunes un nuevo panorama político en el que los partidos burgueses quedan desbancados gracias a la ruptura del bipartidismo? Por suerte, lo sabremos pronto.