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El valor de la fe

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

La fe es algo que en los dominios de la ciencia y de la filosofía tiene poco valor. En realidad, en ciencia y en filosofía la fe no tiene ningún valor y basarse en la fe para defender algo en estos contextos es un auténtico disparate. A nivel científico y filosófico nos solemos amparar más en la razón, pues parece que esta no nos obliga a creer en cosas extrañas, absurdas, ilógicas, antiempíricas y, en definitiva, irremediablemente falsas. No obstante, siempre existirá quién esté dispuesto a negar la mayor, de modo que hay que precisar lo que queremos decir cuando decimos que el valor de la fe es nulo. Para ello nos centraremos en las circunstancias de la fe.

el valor de la fe

¿Cómo nace la fe?

Para que exista la fe han de darse algunos supuestos, tales como la existencia de algunas afirmaciones alejadas de la razón y el sentido común, así como una deidad postulada a la que se teme y a la que se le debe fidelidad. Las afirmaciones irracionales a las que hemos hecho mención suelen apoyarse en dicha deidad y los creyentes en esta creen en tales afirmaciones por amor y fidelidad hacia su Dios, por más que tales afirmaciones puedan ser absurdas o contrarias a toda evidencia.

Asimismo, el que cree en tal deidad y en tales afirmaciones sobre la base de la fe lo suele hacer por dos razones: 1) por la costumbre, porque lo han educado para creer en ello y 2) por miedo a ser castigado por dicha deidad, cuya inexistencia no es segura.

Este es el caldo de cultivo para que nazca la fe: el miedo y un tipo de afirmaciones que necesitan de un concepto artificioso para recibir apoyo.

Las discusiones entre fe y razón: cuando el río suena…

Existe en filosofía una tendencia a venerar casi todo lo que suene a obra de filósofo, aunque sean los excrementos de Platón. Lo cierto es que en filosofía todo es discutible y desdeñable y venerar unas afirmaciones por el hecho de haber sido suscritas por un filósofo es una tremenda idiotez. De este modo, se me podría criticar sobre la base de que personajes como San Agustín o Santo Tomás sabían lo que hacían cuando querían o intentaban apaciguar las relaciones entre fe y razón. Así que se me puede acusar, erróneamente en mi opinión, de hablar demasiado a la ligera cuando digo que el valor de la fe es nulo, desde un punto de vista filosófico. Sin embargo, yo estoy dispuesto a decir mucho más. A mi juicio, todo intento por compatibilizar la fe y la razón o por apaciguar sus relaciones es un intento inútil que no lleva a ninguna parte y que es erróneo por principio.

En primer lugar, fe y razón son como el agua y el aceite. Compatibilizar ambas cosas sería similar a descubrir una esfera cúbica o un círculo cuadrado. Si su creencia en P se justifica en la fe, entonces no se justifica en razones; si se justifica en razones no se justifica en la fe. Además, en segundo lugar, la fe se utilizó para creer aquellas afirmaciones que eran irracionales porque de otro modo no se podrían creer. Creer en la trinidad, es decir, creer que 3 = 1 es irracional y creer que hace 2000 años una mujer podía concebir un hijo siendo virgen es irracional y va en contra de la evidencia empírica. Es decir, la fe afirma lo que la razón niega.

Conclusión sobre el valor de la fe

Por tanto, el valor de la fe es nulo desde un punto de vista racional. Su única utilidad es para creer cosas que el buen sentido dice que son absurdas, falsas, imposibles o todo ello a la vez. Desde nuestro punto de vista es mejor vivir con dudas que creer en tonterías injustificadas.