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Ciencia y Espiritualidad

Publicado por Malena

La física moderna del siglo XX, se extiende más allá de la tecnología y alcanza el campo del pensamiento y de la cultura, dando lugar a un cambio en el concepto occidental del universo.

El desarrollo del mundo subatómico y atómico ha modificado el concepto sobre materia, tiempo, espacio, causa y efecto.

Todos estos cambios parecen conducir hacia una forma de ver el mundo que es muy similar a la del misticismo oriental, mostrando un sorprendente paralelismo con las filosofías religiosas de oriente, hecho que ya fue advertido por algunos de los grandes físicos del siglo pasado, cuando se pusieron en contacto con estas culturas.

En su libro “El Tao de la física”, Fritjof Capra – afamado físico austriaco dedicado a la investigación en física atómica en distintas universidades de Europa y Estados Unidos – intenta estudiar esta relación, que se acentúa al realizar los científicos el intento de combinar la teoría cuántica con la teoría de la relatividad para explicar los fenómenos del mundo subatómico.

La mística está presente en todas las religiones, incluso en las occidentales, pero la diferencia es que para los orientales, las escuelas místicas son la corriente principal del pensamiento filosófico y religioso, mientras que en occidente tienen un papel marginal.

La física, al llevarnos hacia una visión del mundo esencialmente mística vuelve a sus comienzos hace dos mil quinientos años, a la época de los antiguos griegos y de los filósofos orientales, que se basaban no sólo en la intuición sino en rigurosas fórmulas matemáticas.

Los filósofos presocráticos de la escuela de Mileto se preocupaban por conocer la naturaleza esencial de las cosas, que ellos llamaban fisis y no veían diferencias entre lo animado y lo inanimado y entre el espíritu y la materia.

Todas las cosas eran para ellos manifestaciones de fisis, dotadas de vida y de espiritualidad.

Tales decía que todo está lleno de dioses y Anaximandro imaginaba el universo como un organismo sostenido por el “neuma” o aliento cósmico, así como el cuerpo humano está sustentado por el aire.

Esa visión del mundo era muy similar a las antiguas filosofías chinas e indias y esta similitud se acentuó aún más en Heráclito de Efeso, que creía en un mundo en perpetuo cambio, producido por la interacción dinámica y cíclica de los opuestos, conformando una unidad que denominó logos.

La escuela de Elea, inicialmente, asumió la existencia de un principio divino que se identificó con la unidad del universo, pero luego la tendencia del pensamiento llevó a la separación entre espíritu y materia y al dualismo característico de la filosofía occidental, la cual volcó su atención hacia el mundo espiritual, la ética y la moralidad, dejando de lado la realidad material, como Sócrates, Platón y en parte Aristóteles.

Descartes fundamentó su visión de la naturaleza en la división de la mente y la materia. Así, la ciencia consideró la materia como algo separado del hombre, quién se identificó con su mente en lugar de hacerlo como una totalidad cuerpo mente.

Esta división cartesiana y el concepto mecanicista del mundo fueron ventajosos para el desarrollo de la física y la tecnología pero nefastos para la civilización.

Afortunadamente, la ciencia del siglo XX está superando esa fragmentación y vuelve a la idea de la unidad, como la de los místicos orientales; de que todas las cosas están interconectadas e interrelacionadas y son manifestaciones de una misma realidad última.

El concepto oriental del cosmos es dinámico, inseparable, en movimiento, vivo, orgánico y espiritual y el observador es parte integral del sistema; y la imagen mental de la divinidad es un principio que controla todo desde dentro.

Los elementos básicos de la concepción oriental del mundo son los mismos que los de la física moderna y la espiritualidad y las religiones pueden estar en perfecta armonía con los descubrimientos científicos.

El Tao o camino de la física puede ser un camino hacia el espíritu y la realización personal.

Fuente:”El Tao de la física”, Fritjof Capra.