Filosofía

La Envidia

Publicado por Malena

La envidia es desear tener lo que tiene otro, querer vivir sus circunstancias y ser como él. Es un sentimiento que surge cuando una persona se siente inferior a otra en algún aspecto y desea poseer lo que la otra persona tiene.

El hecho de anhelar lo de los otros lleva a una persona a estar siempre insatisfecha y a quejarse de su propia condición. Esta insatisfacción constante puede llevar a la persona a desarrollar una actitud negativa hacia la vida y a sentirse infeliz y frustrada.

El que tiene envidia cree que nunca podrá alcanzar lo que tienen o lo que son los otros, porque la base de su envidia es su poca autoestima y escasa confianza en sí mismo. Esta falta de confianza en uno mismo puede ser el resultado de experiencias negativas en el pasado o de una percepción distorsionada de la realidad.

La envidia es una emoción que se puede evitar concentrándose en uno mismo y en los propios objetivos. Es un sentimiento muy destructivo porque paraliza el desarrollo personal, tratando de perseguir los propósitos de los demás y mantiene a la persona amargada, agresiva y desesperanzada.

La envidia consiste en creer que se puede ser más feliz si se tiene lo que tienen los otros o si se es como ellos, sin poder reconocer todo lo que sí se tiene y que se ha alcanzado ser. Este pensamiento es un error, ya que la felicidad no depende de lo que uno tiene, sino de cómo uno se siente consigo mismo y con su vida.

A un envidioso le desagrada el bien o la felicidad del otro y desea estar en su lugar. Esta actitud puede llevar a la persona a desarrollar comportamientos destructivos y a dañar sus relaciones con los demás.

La gente suele envidiar a los que triunfan, a los que tienen dinero y propiedades, a los que tienen una familia, hijos, pareja o amigos. Sin embargo, es importante recordar que cada persona tiene su propio camino en la vida y que lo que funciona para uno puede no funcionar para otro.

La intención última del envidioso es quitarle al otro lo que tiene y apropiarse de sus logros. Esta actitud puede llevar a la persona a actuar de manera deshonesta y a dañar su reputación.

La persona exitosa siempre será envidiada, criticada y si es posible destruida. Sin embargo, es importante recordar que el éxito no es el resultado de la suerte, sino del esfuerzo y la dedicación.

La envidia pone en evidencia la propia inferioridad e incapacidad para emprender los propios desafíos. En lugar de envidiar a los demás, es más productivo aprender de ellos y usar su éxito como motivación para alcanzar nuestros propios objetivos.

El que envidia consume gran cantidad de energía en los demás tratando de juzgarlos y criticarlos en lugar de orientar su atención hacia el logro de sus propios sueños. Esta energía podría ser utilizada de manera más productiva si se enfocara en el propio crecimiento personal y en la consecución de los propios objetivos.

Muchos actos de violencia como los homicidios, fraudes, abusos, maltratos, los produce la envidia, porque se desea lo que los otros tienen. Es importante recordar que la violencia nunca es la solución y que cada persona tiene el derecho de vivir su vida como mejor le parezca.

La gente decadente, incapaz de hacer nada por sí misma suele ser envidiosa y el que está seguro de sí mismo, se valora y sabe lo que quiere no puede sentir envidia. La envidia es un sentimiento que surge de la inseguridad y la falta de confianza en uno mismo.

Tanto los hombres como las mujeres pueden ser envidiosos; tal vez las mujeres lo expresen más que los hombres, pero ellos suelen mantener ese sentimiento mejor guardado. Es importante recordar que la envidia no es un sentimiento exclusivo de un género, sino que puede afectar a cualquier persona, independientemente de su sexo.

Para saber si uno es o no envidioso tenemos que preguntarnos si nos molesta el éxito que tienen los demás; si somos incapaces de reconocer los aciertos que tienen otros; si nos incomodan los halagos que le hacen a otros o si le prestan más atención o afecto; si nos damos cuenta de que queremos ser el centro de la atención; si habitualmente criticamos a personas que no conocemos bien; si nos alegramos cuando un exitoso fracasa; si siempre pretendemos un trato diferencial; o si creemos que los demás no nos valoran lo suficiente.

La envidia siempre es una emoción negativa, lo verdaderamente sano es identificarse con la actitud que tienen los que logran sus objetivos e imitar su tenacidad, disciplina y dedicación al trabajo. Porque los que logran lo que se proponen están dispuestos a hacer lo necesario, confían en sí mismos y creen en sus propios proyectos.

Fuente: “Gente Tóxica”, Bernardo Stamateas.