El Deseo de Ser
¡Tengo que hacer algo! Tal vez ese curso que estuve postergando todo este tiempo por otras cosas a las que no les veo significado…
Esta frase puede ser pensada por mucha gente, que necesita sentirse realizada, que desea hacer lo que tiene que hacer para desplegar todo su potencial a pesar de que a veces pareciera que no le favorecen las circunstancias.
No deberíamos renunciar a ser nosotros mismos por otras cosas que también nos parecen importantes, pero que tienen más que ver con los demás, porque creemos que nos necesitan.
Recordemos lo que nos dice Hegel sobre el altruismo; es darle la oportunidad a los demás para que por sus propios medios sean ellos mismos.
Las cosas materiales, la vida cotidiana, las trivialidades, los asuntos banales ocupan todo nuestro tiempo y dejamos para lo último aquello que estamos pensando que no hacemos de puro perezosos, porque como se trata de nosotros mismos si no lo hacemos tampoco tendremos que pedir disculpas.
¿Qué es lo que una persona quiere para sí misma? ¿Qué es lo que espera de la vida? ¿Qué es lo que llena de significado sus días? Tal vez sea la esperanza de tener tiempo para dedicarse a hacer lo que más le gusta y que no pudo hacer todavía.
Porque lo único real es lo auténtico de si mismo, y aspirar a concretarlo es lo único que le da sentido a la vida.
Muchas veces una persona se puede sentir culpable por estar haciendo lo que le gusta, eso que hace bien, que le sale mejor que a otro casi sin esfuerzo, lo que permite que sea única y ella misma.
No es fácil sentirse realizado en una sociedad donde parece que todo está hecho de antemano, pero no se trata de hacer cosas utilitarias, sino de expresarse a si mismo como ser humano.
En este punto, es importante recordar que cada uno de nosotros tiene una esencia única, una chispa que nos distingue de los demás. Esa esencia es lo que nos hace ser quienes somos, y es lo que nos permite aportar algo único al mundo. No importa cuán pequeño o insignificante pueda parecer, cada uno de nosotros tiene algo valioso que ofrecer.
Y es precisamente en la búsqueda de esa esencia, en el deseo de ser auténticos y fieles a nosotros mismos, donde encontramos el verdadero sentido de la vida. No se trata de alcanzar metas externas o de cumplir con las expectativas de los demás, sino de descubrir quiénes somos realmente y de vivir de acuerdo con esa verdad.
No en vano tenemos siempre esa vaga inquietud que nos viene de adentro que nos obliga a movilizarnos, no es sólo una necesidad espiritual, es también algo visceral. Ese deseo de Ser alguien diferente que puede también dejar una huella de su paso.
Porque el Ser no tiene tamaño ni jerarquías, se puede Ser siendo anónimo, aunque no se sea conocido, pero sentir por dentro que se está cumpliendo un destino.
La verdadera realidad tiene un sentido, y cada cosa genuina y auténtica armoniza coherentemente con lo que se le asemeja formando un conglomerado de cosas buenas.
No siempre una persona se realiza siendo para sí misma, muchas veces ser para otro puede ser a lo que aspira y eso es entonces lo que tiene que hacer en la vida.
El orden y la racionalidad natural se manifiesta cuando somos nosotros mismos. Y cuando la adversidad nos muestra el rostro también es necesaria por alguna razón que no podemos comprender todavía.
A veces el camino no es llano, se muestra escarpado y difícil, lleno de obstáculos, es que la tragedia del hombre es vivir rodeado de seres que vegetan y no se cuestionan nada, que hacen cualquier cosa con sus vidas entorpeciendo al resto.
No es la naturaleza o Dios el que falla, somos nosotros, que todavía nos debatimos en la eterna encrucijada de ser o no ser nosotros mismos.