La Angustia Existencial y la Drogadicción
La angustia existencial es normal cuando se vive como motor de la vida, porque representa el impulso para ser quienes somos y el estímulo que necesitamos para cumplir nuestro propósito.
Sin embargo, existe otra forma de vivir esta angustia de ser, cuando cualquier esfuerzo resulta demasiado, no se tiene la suficiente entereza y fortaleza para proponerse la búsqueda del significado de la propia existencia y la tendencia que predomina es dejarse estar y vivir una vida mediocre y egoísta sin objetivos concretos.
Este vacío interior en algunas personas, puede producir depresión, ansiedad, estrés y también adicciones para paliar los efectos de todos estos síntomas.
Los efectos estimulantes o tranquilizantes de las drogas o el alcohol pueden fortalecer e instalar un mal hábito, si son utilizados para calmar estados emocionales perturbadores; porque lejos de aliviar los síntomas, los profundizan. Pero afortunadamente, no todas las personas desarrollan adicciones debido a problemas existenciales.
Las más expuestas a caer en el consumo de drogas o alcohol y permanecer con la adicción, son las personalidades que necesitan mucha estimulación, ávidos de enfrentarse a experiencias nuevas y excitantes, y que además suelen tener dificultades para controlar sus impulsos.
La angustia existencial normal es un estado de descontento general que no se puede atribuir a ningún objeto en particular, porque se trata de un desequilibrio interno, que mueve a una persona a cambiar; pero que en otros casos, debido a un estado de confusión interna y falta de decisión e iniciativa, la lleva a permanecer en ese estado, predispuesta a padecer distintos trastornos y desarrollar una adicción.
Las personas necesitan cambiar, pero al mismo tiempo se aferran a situaciones previas que les cuesta modificar.
No consideran a los obstáculos como escalones para avanzar sino que son las excusas que necesita para no realizar el intento de atreverse a ser diferentes.
En estos casos, una conducta neurótica o una adicción es una forma patológica de lograr un aparente equilibrio.
La angustia existencial no exige cambiar el entorno personal ni tampoco ignorar esa necesidad ahogándola en el alcohol o las drogas; porque solo implica un cambio interior, una transformación que permita ver las cosas de una manera diferente.
No se trata entonces de hacer cosas distintas sino de tener otra perspectiva y actuar de un modo nuevo y único.
La angustia existencial es el motor de la existencia que nos obliga a continuar hacia delante o cambiar el rumbo, perfeccionarnos y esforzarnos para ser mejores; es la fuerza que nos impulsa a ser quienes somos y a cumplir nuestro propósito.
Existen personas que parecen no necesitar cambios para sentirse bien y otras que sufren aburrimiento crónico. Éstas pueden vivir sus vidas con la necesidad de cambiar escenarios y la posibilidad de vivir experiencias diferentes; y si no lo consiguen pueden sentirse angustiados y deprimirse, y de esa forma, en lugar de conocerse a si mismos, recurren a los químicos para estimularse o tranquilizarse, porque en definitiva son personalidades ansiosas que utilizan la insatisfacción como forma de vida.
La angustia existencial se asocia a una vida sin sentido, con falta de proyecto o propósito, cuando se llega a creer que hay que hacer lo que no se desea.
Las personalidades extrovertidas suelen necesitar una mayor estimulación externa que los introvertidos, se aburren más rápido y abandonan sus intentos primero, aunque existen quienes se las ingenian para hacer las tareas rutinarias menos tediosas.
Es evidente que estas personalidades extrovertidas necesitan más acción y tienden a tener mayores expectativas que las reales sobre si mismos, características que pueden ahondar los efectos de una angustia existencial normal y volverlos patológicos.
De todas maneras, es importante que se den cuenta que la vida es una permanente búsqueda y que lo esencial es el autodescubrimiento.