El Dolor y el Sufrimiento
El dolor pasa, el sufrimiento queda. El sufrimiento es diferente al dolor, porque del dolor nos liberamos pero al sufrimiento nos aferramos.
Algunos pueden pensar que merecen sufrir, por una razón u otra, que el dolor es inevitable o que incluso puede ser bueno.
Si estas creencias no existieran tampoco existiría el sufrimiento.
Lo único que nos puede liberar del sufrimiento es darnos cuenta de que lo que nos hace aferrarnos al dolor es algo irreal. Pueden ser falsas creencias, percepciones negativas, obsesiones, comparaciones, relaciones tóxicas, y necesidad de perderse en el dolor; mientras el fin del sufrimiento sería todo lo contrario.
Se comienza a sufrir cuando un hecho que nos lastima es negado y en lugar de vivirlo o expresarlo se intenta sustituir por el placer.
La única forma de evitar el sufrimiento es ser consciente de cuál es la fuente del dolor, saber qué es lo que realmente lo provoca.
La distorsión de la percepción del dolor produce más dolor.
Es la confusión y el conflicto interno lo que no nos permite curar el dolor.
La percepción cambia, sin embargo a veces, una persona se puede obsesionar con viejas percepciones que se refuerzan cada vez que se repiten.
Una joven que sufre de anorexia, por ejemplo, tiene la percepción distorsionada de su cuerpo por razones emocionales y de personalidad, que determinan qué es lo real con respecto a ella misma; y eso le resulta doloroso porque se identifica con una realidad falsa.
El dolor es subjetivo y se evalúa de distinta forma porque no todos tienen el mismo umbral.
La manera de sufrir la aprendemos de los demás; de manera que sentimos lo que creemos apropiado en una circunstancia determinada, y lo que nos parece que esperan los demás de nosotros.
En el seno de la familia es donde aprendemos a negar el dolor y a sufrir. Sin embargo, la mayoría prefiere mantener sus relaciones antes que dejar de sufrir.
Esto se hace evidente en familias abusivas donde la víctima ni se defiende ni huye, y muchas veces se pone de parte del abusador.
Podemos ser compasivos con el sufrimiento de otros, manteniendo ciertos límites.
Sufrimos porque nos aferramos al dolor, como si tuviéramos temor a que nos lo quiten; pero si nos atreviéramos a ser libres, sin ataduras, ilusiones ni creencias falsas, veríamos la realidad tal cual es, identificaríamos el dolor, que de esa forma se disiparía naturalmente y nos liberaríamos para siempre del sufrimiento.
La ausencia de sufrimiento es la simple conciencia de sí mismo, o sea aprender a ser uno mismo.
Para vivir sin sufrir se necesita orden, porque el caos es confusión y el orden es claridad. Controlar el estrés, identificando las causas y reduciéndolas. Ser compasivo sin apropiarse de los problemas de los otros; porque se puede ser una buena persona sin perder de vista los límites.
El cuerpo tiende naturalmente al bienestar, solamente la negatividad le impide estar bien, por eso es necesario evitar la crítica, las habladurías y toda fuente de negatividad y prestar atención a lo positivo.
El sufrimiento no es natural y consume gran cantidad de energía y las creencias nos limitan, por ejemplo, los hipocondríacos creen que su malestar es una grave enfermedad, pensamiento que sirve para confirmar su sufrimiento; y si están cansados pueden interpretar que están deprimidos.
Estas sensaciones se pueden manejar mejor despojándolas de la interpretación y de esa manera se dejaría de sufrir; porque todo sufrimiento tiene sus raíces en algo que es irreal.
Fuente: “El libro de los secretos”; Deepak Chopra.