Los antiguos griegos se enfrentaban en bandos opuestos a la hora de discutir la relación de la poesía (en su sentido amplio) respecto a la verdad. Uno de los bandos aseguraba que no era más que mentira la esencia poética, mientras que el otro defendía que era verdadera, sólo que metafóricamente. Curiosamente, ambas posiciones confluían en la afirmación de que no había buena poesía si no atendía a la verdad.
En cualquier caso, durante el helenismo, a la verdad se le sumó la libertad y la imaginación. Serían estos tres elementos los encargados de definir si una poesía era buena o mala. Pero al introducir estos dos elementos nuevos, se deja al poeta hacer uso de la ficción.