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El fin de la poesía (II)

Publicado por Ruben Avila

fin de la poesia IILos primeros griegos pensaban que la finalidad de la poesía debía ser la enseñanza y el perfeccionamiento de las costumbres. Por eso se estudiaba a Homero en las escuelas, para aprender de él, de lo que es escribía, cómo los infantes, futuros hombres, debían ser. Más adelante, en la época helenística, su consideración pasó a ser diferente, convirtiéndose su fin en agradar y conmover. Así, nos encontramos con que Horacio —uno de los poetas más famosos de la Antigua Roma— decía que:

También Eratóstenes —matemático y astrónomo griego, anterior a Horacio— aseguraba (según Estrabón) que:

Según esta nueva doctrina que surgió con fuerza durante la época helenística el objetivo de la poesía es, como decíamos, agradar y conmover. Pero resulta que hay una diferencia entre ambos objetivos. No son ni mucho menos sinónimos el uno del otro.

Según el DRAE, “agradar” no es más que contentar, que gustar, incluso complacer. Sin embargo, conmover significa perturbar, alterar o mover. Claro, si el primero no conlleva ninguna acción, más que la simple contemplación, la segunda parece que exige algo más. La persona con-movida está obligada a actuar. Si nos conmueve una persona que está pidiendo dinero o comida, iremos a comprarle un bocadillo o le daremos cierta cantidad de dinero (dependiendo de la intensidad de lo que hayamos sentido) cuando pasemos frente a él.

Y en este sentido la poesía se puede convertir, pensaban algunos poetas y pensadores durante el helenismo, en una “guía del alma”, lo que no quiere decir que instruya al alma. De hecho, de las palabras de Eratóstenes que hemos citado anteriormente (en boca de Estrabón, eso sí) se deduce que no hay necesidad de buscar esa capacidad para la enseñanza en la poesía.

Así que la poesía era el arte de la palabra, pero tampoco podemos olvidar a la historia, a la filosofía y a la oratoria. Ciertamente su relación con cada una de las tres era diferente.

Poesía e historia

En un primer momento, la poesía y la historia estaban asociadas. Claro, se entendía que la poesía buscaba la verdad, así que los hechos que contaba debían de serlo. ¿En qué se podían diferenciar? Bien, pues a partir del siglo I a.C. encontraron la diferencia, que conllevó una definición distinta de cada una de las dos disciplinas:

Es decir, comenzaron a diferenciar entre fábula, historia verdadera e imaginaria. Siendo negocio de la poesía la primera y la tercera. O sea, la narración de hechos verdaderos (acaecidos) o imaginarios es finalmente lo que establece si dicha narración es historia o no.

Imagen: apoloybaco.com