El Hombre en el Cosmos
La primera fuente de energía que descubrió el hombre fue el fuego, y aunque parezca extraño, con los avances tecnológicos extraordinarios que hubo desde el descubrimiento del fuego, todavía el hombre para conseguir energía tiene que quemar combustible.
El primer combustible que utilizó el hombre fue lo que tenía en su entorno, o sea la madera y también, en menor proporción, grasas y aceites vegetales y animales; todos ellos renovables ya que se pueden reproducir y multiplicar, aunque no totalmente.
Al incrementarse la población mundial se fueron consumiendo grandes extensiones de bosques que no alcanzaron a reproducirse, reduciendo drásticamente su desarrollo.
La revolución industrial fue posible porque se utilizaron nuevos combustibles como el carbón, el gas natural y el petróleo, denominados fósiles porque son los restos de la vida orgánica que existió hace cientos de millones de años.
En la actualidad, se están consumiendo las últimas reservas de combustibles fósiles que existen, cuya combustión, por otra parte, produce contaminación.
Los científicos están buscando nuevas fuentes de energía no contaminante y que sea al mismo tiempo renovable.
El hidrógeno sería el combustible ideal, ya que en la naturaleza existe en abundancia y tiene la capacidad de producir mucha energía limpia, ya que el residuo de la combustión es agua.
El problema es que para obtener hidrógeno, que no se encuentra en estado puro en la naturaleza, hay que usar energía.
El desafío para los científicos es producir energía a partir del hidrógeno sin necesidad de utilizar energía.
La obtención de hidrógeno del agua por lo tanto, necesita energía. Sin embargo, las plantas lo hacen naturalmente por medio de la fotosíntesis utilizando la luz del sol como fuente de energía.
Los investigadores están tratando de reproducir en el laboratorio este proceso, aún mejor que la naturaleza y más rápido.
De esta manera tendríamos combustible casi inagotable porque duraría tanto como la luz del sol.
Es probable que la vida proceda del agua ya que el agua es un medio menos hostil que la tierra donde es más fácil la adaptación.
Después de muchos siglos, una especie de anfibios pudo desovar en tierra y así se originaron los primeros reptiles.
Según la teoría de la evolución, los reptiles evolucionaron y se fueron transformando algunos en aves y otros en mamíferos, y de ellos supuestamente descendemos también nosotros.
La población humana en la tierra aumenta en forma geométrica, ya que en sólo diez años se incrementó en mil millones de personas. El índice de mortalidad ha disminuido y son más los seres humanos que nacen que los que mueren, por lo tanto las alternativas para mantener el equilibrio, que parecen válidas serían tener la posibilidad de poblar el universo o bien controlar los nacimientos.
Sin embargo, la tierra tiene un mecanismo de autorregulación que puede ser cruel pero que todos los biólogos conocen; que significa que cuando en una especie hay superpoblación disminuye la fertilidad en los machos; y de esa manera es que se mantienen los niveles normales en una colonia de organismos en forma natural.
En el caso de los humanos, el hombre, hace posible que las personas infértiles puedan concebir e inclusive tener embarazos múltiples, cuando naturalmente no lo pueden lograr, manteniendo el crecimiento de la población en niveles cada vez más altos.
Esto es el resultado de una forma de pensar individualista que no tiene en cuenta la visión de conjunto, además de representar un buen negocio.
En la Tierra todavía hay lugar para mucha gente y hay de todo para todos, pero mientras no tengamos dónde ir, y sólo podamos habitar la tierra, cuando las condiciones de vida comiencen a deteriorarse, la única posibilidad de controlar la cantidad de habitantes será ser más racional y reducir la tasa de natalidad.
Fuente: «Fronteras y otros Ensayos», Isaac Asimov, Ediciones B, España, 1994