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El Hombre y la Ciencia

Publicado por Malena

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A fines de la década de los años noventa se realizó un experimento en un lugar cercano a Carlsbad, Nuevo México, para tratar de averiguar cómo influye la falta de conciencia del paso del tiempo en el ritmo biológico natural.

Stefania Follini se prestó voluntariamente para realizar esa experiencia, en la cual debería permanecer en un recinto confortable de amplias dimensiones durante cuatro meses a nueve metros bajo tierra.

No podría recibir la luz del sol, no tendría reloj, ni modo de calcular las horas y estaría sola, haciendo su trabajo cómodamente en ese espacio, pero sin tiempo.

Todo ser humano tiene un reloj biológico, principalmente diario, denominado ritmo circadiano, que mantiene las funciones del cuerpo, como el comer y el dormir, que también regula nuestros estados de ánimo.

También la reacción a las drogas y cierto tipo de respuesta alérgica cambian según un ritmo circadiano que no es igual en todas partes del mundo y que puede cambiar de una persona a otra. Por ejemplo, hay personas que funcionan mejor de noche que de día.

Los viajes largos producen el famoso trastorno llamado jet lag, que es la respuesta del cuerpo al cambio horario.

La experiencia realizada con Stefanía Follini demostró que su sentido del tiempo se trastornó completamente durante el experimento, transformándose en un tipo de ritmo inestable y mucho más lento.

Llegó a trabajar más de treinta hora seguidas y a dormir de veintidós a veinticuatro horas diarias, los intervalos entre comidas se extendieron y bajó ocho kilos de peso, se interrumpió totalmente su ciclo menstrual y creyó que sólo había permanecido en esa habitación sólo dos meses.

Estas experiencias son importantes en el caso que el hombre tenga que vivir mucho tiempo en el espacio, privado de las sensaciones externas que recibe en la tierra. Por ejemplo en la Luna el día y la noche tienen una extensión de dos semanas cada una y en una estación espacial podrían durar sólo dos minutos.

Tanto en un asentamiento subterráneo en la tierra como en un laboratorio sin ventanillas en el espacio, podrían no existir días ni noches, de modo que se debería brindar una alternativa en forma artificial con períodos de veinticuatro horas para respetar los ritmos circadianos de los seres humanos.

Al hombre le ha llevado muchos siglos evolucionar hasta llegar a tener estos ritmos y la ciencia deberá tenerlos en cuenta y respetarlos.

Otros factores fisiológicos también son de difícil solución mientras no se pueda controlar la falta de fuerza de gravedad. Como la digestión, la circulación de la sangre y la fortaleza de los huesos, sin contar otros problemas orgánicos y también otras consecuencias probables que aún no se conocen.

Los factores psicológicos también influirán en los futuros viajes espaciales, como la falta de gravedad, el encierro, la soledad y el sentimiento de aislamiento que pueden provocar perturbaciones emocionales difíciles de controlar, trastornos del sueño y hasta alucinaciones.

La gravedad es una fuerza que aún no se sabe qué es. Se conocen sus efectos pero no en qué consiste con exactitud, y es el factor que provoca mayor cantidad de perturbaciones.

Hasta que no se consiga saber qué es la fuerza de gravedad y cómo se controla, será aún una utopía establecer una colonia en Marte como se está programando para la próxima década, sin riesgos para la salud de los viajeros.

Fuente: «Fronteras y otros Ensayos», Isaac Asimov, Ediciones B, Barcelona, España, 1994