El Cuerpo Astral
Las religiones occidentales tienen una visión dualista del hombre, un ser con un cuerpo y un alma. El cuerpo, que está en el mundo de la materia y como todo lo material tiene un principio y un fin, y el alma que es inmortal.
Desde esta cosmovisión, después de morir el cuerpo, el alma va al Cielo, al Purgatorio o al Infierno, según cómo se haya comportado la persona en vida.
Las almas en el Cielo conocerán la vida verdadera y la felicidad completa, en el Purgatorio tendrán que ganarse el Cielo, y en el Infierno ya no habrá más esperanza para ellas, será su muerte definitiva.
Para las religiones orientales, la vida es una ilusión de los sentidos, por lo tanto, somos nosotros los que creamos nuestra propia realidad.
Vivimos muchas vidas para aprender; y sólo cuando tomamos conciencia de quiénes somos, o sea cuando despertamos del sueño que creamos, podemos salir de la rueda de sucesivas reencarnaciones y nos unimos al Todo.
Para las religiones orientales, un ser humano posee varios cuerpos con distintas cualidades y funciones, como por ejemplo, el cuerpo físico, el onírico, el astral, el mental o el espiritual.
El cuerpo físico es el que conocemos, que vive pegado a las personas y a las cosas, que siente placer y dolor y que está atado a sus deseos y anhelos.
El cuerpo onírico, es el cuerpo que vive las experiencias durante los sueños, que puede hacer todo lo que no puede hacer con el cuerpo físico y hasta desafiar las leyes de la física.
El cuerpo mental, que elabora ideas y proyectos, que imagina realidades, que razona y piensa.
El cuerpo espiritual que puede conectarse con lo trascendente.
El cuerpo astral que es el doble sutil, el vehículo perfecto para viajar más allá de la materia y de nosotros mismos.
Desde esta perspectiva, en estados de relajación y concentración plena, si la persona lo desea y cree que realmente su cuerpo astral existe, éste puede abandonar el cuerpo físico y viajar por el mundo o por otros mundos u otras dimensiones, conocer la realidad como realmente es y también conocerse a sí mismo.
El cuerpo astral puede ver todo, lo externo y lo interno de las cosas, es mucho más perceptivo, lúcido y atento, puede descubrir la claridad espiritual y la velocidad del pensamiento. Mientras tanto, el cuerpo físico permanece inmóvil, más frío y privado de la percepción consciente.
El cuerpo astral puede atravesar paredes sin el menor esfuerzo y acceder a otros planos de existencia. Se puede encontrar con personas conocidas, tanto vivas como muertas y se puede comunicar con ellos.
Algunos experimentan una felicidad completa, gran vitalidad y bienestar, pero otros pueden sentir miedo, principalmente de no poder volver a su estado físico.
El cuerpo astral es un estado de proyección mental entre la vida y la muerte, que conserva todas sus cualidades perceptivas intactas.
Para lograr aprender a desdoblarse es necesario creer y no tener miedo, sin embargo se desaconseja esta experiencia a personas con enfermedades mentales o problemas cardiacos.
Algunos proponen intentar practicar el desdoblamiento visualizando una imagen frente a sí mismo de pie y luego hacerlo girar y mirar hacia el Este.
Luego, hay que intentar percibir todo lo que perciba el doble, sin abrir los ojos; y una vez lograda esta visión hacer volver el cuerpo astral al cuerpo.
Los que saben de estas cosas afirman que el éxito de esta práctica se consigue después de mucha ejercitación durante bastante tiempo.
Otros pueden programarse para soñar el desdoblamiento, cada vez que se van a dormir.
También el instante previo al sueño puede ser la plataforma de lanzamiento para un viaje astral.
De hecho, a mi me ocurrió una vez, mientras realizaba un ejercicio de relajación en Yoga. Salí de mi cuerpo y sentí que ascendía al cielo y que me rodeaban las estrellas. Era tan real la percepción y tan extraordinario lo que veía, que me sentí sola en el universo y tuve miedo. Esa sensación de temor fue suficiente para volver donde estaba como un relámpago.
¿Fue realidad o fue un sueño? Para mí fue muy real, más que la realidad misma y muy diferente a lo que es un sueño.
Fuente: “El viaje astral”; Edgard de Vasconcelos