La Sabiduría del Cuerpo
El cuerpo humano es más que inteligente, es sabio, porque tiene un propósito, permanece siempre conectado con la totalidad, está atento a su entorno, acepta a los otros cuerpos sin prejuicios, no se siente superior, es creativo, lleva el ritmo del universo, fluye sin resistencia y aprecia los cambios.
Cada célula del cuerpo trabaja para el bien común en cada sistema y su individualidad es secundaria. Es capaz de morir para salvar al cuerpo y vive muy poco tiempo.
Las células tienen conciencia, son flexibles y se adaptan a las circunstancias. Jamás permanecen aisladas y cumplen todas sus funciones en forma interdependiente actuando en forma creativa.
Las células están activas pero también descansan, para ellas son inconcebibles la actividad obsesiva y la violencia.
Aunque apenas cuentan con un mínimo de energía para operar, confían en que cuando la necesiten no les faltará, porque acumular para ellas es algo absurdo.
Las células saben que genéticamente en esencia son iguales, porque aunque sean diferentes según el órgano al que pertenecen, su identidad es colectiva e inalterable; aunque pueden transformarse en otras por tener el mismo origen genético.
La actividad principal de las células es dar para mantener la integridad del resto.
Las células se reproducen transmitiendo a su descendencia toda su experiencia y talento. Para ellas no existe la brecha generacional.
Estas cualidades se pueden considerar de orden espiritual por perseguir un propósito superior, renunciar a su individualidad, desprenderse para dar y pretender inmortalizarse a través de sus descendientes.
El cuerpo no especula con estas consideraciones, porque estas cualidades son la forma natural en que funciona la vida.
Las células del cuerpo no son egoístas, no actúan en forma aislada o individual, consumen solamente lo que necesitan, son activas pero respetan el reposo y no son agresivas. Solamente una célula con avaricia es cancerosa.
El hombre en su accionar traiciona la sabiduría del cuerpo y el modelo de espiritualidad que transmite; y además, ignora el misterio de la vida, no quiere darse cuenta que la sabiduría del cuerpo es la que le está señalando cuál es el camino correcto.
Para que la realidad personal cambie hay que comportarse como una célula, no para ser mejor persona sino para vivir la realidad verdadera.
Esta realidad es la única digna de ser vivida; cuando se piensa se siente y se actúa de la misma forma; reconociendo el propósito de la existencia; relacionándose en forma armónica con los demás y consigo mismo, escuchando al cuerpo y siguiendo su ejemplo, practicando la tolerancia, siendo creativo para ayudar al mundo, teniendo conciencia de estar vivo, evitando el control y dejándose fluir sin oponer resistencia, conectándose con amor, siendo generoso y capaz de apreciar la eternidad del tiempo presente.
La falsa realidad es el aislamiento, el individualismo, la falta de compasión por el otro, el egoísmo, la comodidad, la ausencia de responsabilidad, la indiferencia, el materialismo, la competencia; todos estos, falsos paraísos que no terminan de satisfacer y que se derrumban como castillos de naipes, dejando al hombre vacío.
Fuente: “El libro de los secretos”, Deepak Chopra.