La unidad
La idea de belleza de Aristóteles abarcaba no solamente a las cosas visibles, también a las que no lo son, como puede ser la poesía, que aunque la veamos plasmada en un libro, es evidente que la poesía no es sólo las letras que leemos. Así que cada cosa, para que disfrutemos de ella, para que nos guste, debe tener una correlación con nuestra capacidad imaginativa y memorística. Es decir, con la imaginación y con la memoria.
Lo perceptible
Pero que algo no sea visible no significa que no sea perceptible. De hecho, será este rasgo, por lo que supone, que hará que un objeto, una obra nos resulte más fácilmente agradable. Según opinión común entre los griegos, y que Aristóteles asumía, la perceptibilidad de una obra lograba que la unidad de la misma se nos hiciera más visible y, precisamente, consideraban que la unidad era el elemento que más satisfacción nos produce.
Así que la perceptibilidad no sería una cualidad requerida por sí misma, sino como medio. Aunque, sin duda alguna, es una cualidad necesaria, puesto si algo no es perceptible no podemos disfrutar de él.
Como hemos dicho más arriba no debemos limitar lo perceptible a lo visible, ni siquiera a lo audible, no tendríamos que limitarnos tanto. Lo que percibimos a través de los sentidos y la razón, todo el conjunto de nuestras experiencias sensibles, será lo perceptible.
La unidad
Para los habitantes de la Antigua Grecia la unidad de una obra era fundamental para apreciarla. Esta cualidad es algo que nos agrada sumamente según su opinión. Y Aristóteles coincidía plenamente. De hecho, el filósofo estagirita hizo hincapié sobremanera en la importancia que tenía la unidad en la tragedia.
Una obra inconexa, donde se desconoce el tiempo y el espacio, en definitiva, que carezca de unidad narrativa, temporal y espacial, será considerada por Aristóteles como una mala obra, una mala tragedia.
De hecho, esta idea ha seguido vigente, y todavía sigue estando, en el mundo de la estética y, más concretamente, en el mundo de la narración. Tanto un libro como una película deben tener cierta unidad para ser apreciados.
Por otra parte, es cierto que existen obras literarias y audiovisuales que juegan con las reglas y dinamitan el concepto de unidad, pero incluso aquellas que juegan con el flashback, el flashforward, los viajes temporales, etc., tienden a generar una unidad interna, una coherencia perceptible para el público.
Las que, a pesar de todo, no la tienen, es difícil que agraden a la mayoría, puesto que aunque se puedan ver, leer, oír, etc., es difícil percibir su unidad, puesto que no la tienen, y como aseguraban tanto Aristóteles como sus contemporáneos, la obra que carece de unidad no nos agradará.
Ciertamente, y por rematar la opinión del artículo, existirán personas a las que determinadas obras les guste, a pesar de su falta de unidad o de que a la mayoría no les guste. Aquí entraría en juego, por una parte, el saber experto, del que es capaz de analizar una obra y percibir los que el público profano no consigue distinguir; y, por otra parte, el gusto personal y su diversidad.
Imagen: mysticalife-pentagrama.blogspot.com.es