Crítica del arte
Aristóteles consideraba que la verdad y lo justo en el arte eran valores diferentes a sus equivalentes en la moral y la epistemología, por lo que a la hora de analizar el primero se tienen que tener en cuenta otras consideraciones. Así, aseguró que «un poeta a quien censuren por presentar una cosa disconforme a la verdad, puede responder que a pesar de ello la presentó como debe ser».
De todas formas, y teniendo en cuenta la cita anterior, que los valores artísticos diverjan de otros, no quiere decir que la obra de arte no tenga nada que ver con la verdad o la moral. Si pensáramos eso estaríamos malinterpretando a Aristóteles, porque no es eso lo que nos está diciendo.
La crítica del arte
A decir del pensador griego había cinco criterios para analizar, o criticar, una obra poética. Aunque, probablemente, podamos extrapolarlos a cualquier obra artística. A saber:
A. Que por su contenido no es posible.
B. Que es irracional.
C. Que es moralmente reprochable, es decir, inmoral.
D. Que, por alguna razón, es contradictoria.
E. Que no se adecua a las reglas artísticas.
Y, a su vez, estos cinco criterios podríamos reducirlos simplemente a tres según correspondan a la razón (A, B, D), a la moral (C) o al arte (E). Así que podemos comprobar fácilmente los campos evaluativos de una obra de arte son el lógico, el artístico y el moral.
En este sentido el análisis aristotélico coincide con el de la mayoría de los griegos, que también consideraban los tres campos a la hora de analizar una obra de arte. Sin embargo, mientras otros filósofos, como puede ser el caso de Platón, los valores artísticos no los consideraba ya que para él lo importante en el arte era su relación con la verdad y la moral, para Aristóteles, al contrario, era el criterio lógico (la verdad) el relativo, mientras que el estético era al que más peso analítico le otorgaba.
Así, según el filósofo estagirita, representar un objeto o un ser irracional, ilógico, algo imposible, que no existe ni puede existir, es un error justificable en el supuesto de que el fin de la obra lo haga necesario. Entonces, sería mejor que la representación fuera siempre respecto a cosas posibles, pero siempre y cuando el objetivo de la obra lo permita, no como criterio prioritario. Es decir, solamente cuando «sea posible».
Sin duda alguna este aspecto de la teoría aristotélica es la que le hace ser tan innovadora, ya que convierte al arte en un ente sumamente autónomo respecto a otros criterios, el de verdad principalmente, que hasta entonces constreñían al arte hasta, en ciertos aspectos, llevarlo a la asfixia.
Más adelante, el arte ha conseguido una autonomía mayor, aunque existe, y supongo que siempre existirá, cierta tensión entre la verdad, la moral y el arte. El debate está abierto y los que asumen la independencia absoluta de los criterios artísticos se enfrentan con la oposición de aquellas personas que aseguran que el fin de una obra de arte siempre tiene que ir regulado por ciertos criterios morales. En cualquier caso, el primer facilitador de la existencia del debate, sin duda alguna, fue Aristóteles.
Imagen: a-desk.org