Definición de belleza
Una de las cosas que probablemente debamos a los sofistas es una de las definiciones de la belleza, que encontramos citada en Aristóteles y Platón, por la que «la belleza es lo que produce placer por medio del oído y de la vista». Tal vez, como definición, no nos parezca gran cosa pero si nos situamos en el contexto adecuado, hace unos 25 siglos, descubriremos su importancia.
Asumir que la belleza es aquello que produce placer mediante los sentidos (la vista y el oído) supone separar éste tipo de belleza de la moral, independizando la primera de la segunda. De esta forma, algo bello podría ser considerado perverso, moralmente reprochable, pero bello al fin y al cabo. Lo que según el pensamiento dominante en la Grecia de la época no estaba tan claro.
Las artes y la belleza
De la definición anterior, que como decíamos la encontramos citada por Platón y Aristóteles, no tenemos referencia concreta, puesto que aunque la citan no mencionan la procedencia. Sin embargo, está tan relacionada con la distinción entre placer y utilidad que los sofistas realizan, y que ya analizamos en un artículo anterior, y la división isocrática de las artes que es fácil suponer que su procedencia debe ser sofista.
Aunque principalmente los sofistas se ocupaban del arte de la palabra, de la retórica, que trataban de enseñar a sus alumnos para que dominaran tan complicado arte, también pusieron su atención en las artes plásticas o en la música juzgando sobre las bases de su definición.
Así, Platón se interesaba por la música gracias a sus «ritmos y armonía», considerando que la música podía servir para forjar el carácter, dependiendo de qué tipo de melodía, o de debilitarlo. De hecho, en La República, obra en la que establece cómo debería estar constituido el mejor Estado (ciudad-estado), considera qué tipo de música debería ser abolida y cual no.
En cualquier caso, lo anterior demuestra no sólo la importancia que se le daba en la antigua Grecia a la música sino la concepción que se tenía sobre ella como forjadora de carácter y purificadora del alma.
Por su contra, los sofistas, junto con los empíricos y los materialistas como Demócrito, aseguraban que la música sencillamente proporciona placer, nada más. Buscar más allá sería un error.
En la teoría sofista de la belleza encontramos, pues, que el mundo estético se puede separar del moral. La tríada dominante de belleza, verdad y bien, que se consideraba unido, y siguió considerándose unido, por la que un objeto o acción bella debería ser además verdadera y buena, o no sería bella (y así con el resto de combinaciones), es atacada por la definición sofista. Lo bello nos reporta placer sensual y por eso nos gusta. Lo mismo nos tiene que dar, nos dirán los sofistas, el juicio moral que hagamos sobre una pintura, escultura, poema u obra musical, éstas, deberán ser consideradas bellas si nos dan placer al contemplarlas, leerlas o escucharlas. Es decir, si lo que nos llega a través de la vista y el oído nos resulta placentero.
Imagen: anthoniogarcia.blogspot.com.es