Actitudes
El arte para pensadores de la talla de Platón o Aristóteles es universal. Su objetivo debe ser el de presentar problemas generales de forma que implique a todos lo que vean o escuchen la obra artística, y no limitarse a presentarnos la visión personal, y por tanto parcial, del artista. Para el primero, Platón, a pesar de ser su objetivo era incapaz de lograrlo; por su contra, Aristóteles consideraba que sí conseguía cumplir su fin.
Para este último, dicha universalización suponía que el arte podía ser estructurado a través de determinadas leyes que debían regirle. Sin embargo, a pesar de que esto puede suponer cierta coerción, la de atenerse a una normas, el filósofo estagirita también aceptaba que había que tener en cuenta el juicio experimentado de un individuo. Y que, además, dicho juicio no podía ser sustituido por las normas generales. Es decir, que la opinión del experto en arte debía ser tenida, sin ningún género de dudas, en cuenta.
De hecho, Aristóteles aseguraba que uno de los errores del artista de su época era tomar demasiado en serio lo que decía el gran público, su opinión. Es más, consideraba que los defectos de la tragedia se debían a que «los poetas hacen caso al público y escriben como éste quiere».
Esta idea, llevada a nuestra época, está gráficamente representada por las palabras de David Simon, creador de The Wire, que literalmente aseguró que «fuck the average reader», que se joda el lector medio. O lo que es lo mismo, que le den al gran público.
En realidad, la obra de Simon le avala tanto por su calidad como por sus seguidores, pero todos coinciden en que sus series no son de fácil digestión, que no están mascaditas y listas para tomar. Quien quiera disfrutar de ellas tiene que estar dispuesto a estar atento y hacer cierto esfuerzo, digamos que, intelectual.
Curiosamente, esta postura, la de Simon, sólo es factible si la audiencia te respalda. Si el gran público te sigue, entonces, te dejarán mandarlo a la mierda cuantas veces quieras. En el momento en que ya no tengas audiencia, lectores o nadie acuda a tus exposiciones o compre tus cuadros, te será más difícil mantener tu postura.
Tres actitudes
Aristóteles distinguió tres tipos de actitudes en el arte médica, pero podemos extrapolarlas sin problemas a lo que él entendía como artes imitativas y nosotros llamamos bellas artes. A saber: artesanos, artistas y conocedores.
Parece evidente que la última actitud, la de los conocedores, es la del experto, que siendo incapaz de realizar una obra artística de cierto interés, tiene un exhaustivo conocimiento respecto al arte, por lo que su opinión, a la hora de enjuiciar un trabajo, es de suma importancia.
Entre los artesanos y artistas encontramos las diferencias que en la actualidad podemos encontrar, con la misma denominación, entre determinados directores, algunos considerados autores, y otros simples artesanos, que ejecutan con maestría lo que sea que les manden rodar. Los primeros, por su contra, aportan un añadido, una mirada especial o como se quiera llamar.
Finalmente, por si ha pasado inadvertido, apuntar que Aristóteles no considera la actitud del gran público respecto al arte, al tenerla por irrelevante.
Imagen: elbuenhbitodelalectura.blogspot.com.es