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Cicerón y el pluralismo en el arte

Publicado por Ruben Avila

ciceron y el arte pluralCicerón consideraba que el ser humano era el único animal que poseía capacidades estéticas:

Así que lo que entre nosotros es común, incluso para el vulgus imperitorum, para los demás seres vivos que pueblan la tierra es inédito. Esas capacidades humanas que nos hacen, en este sentido, especiales, que nos permiten crear arte y disfrutarlo, son variadas y no sólo dependen del intelecto humano sino también de la vista y el oído. De hecho, para Cicerón son los ojos los que juzgan la escultura y la pintura, la belleza de los colores y la armonía de las formas. Y, de igual manera están bien dotados los oídos, que son capaces de percibir las diversas tipos de voces o tonalidades, etc., en el canto, por ejemplo.

Por último, Cicerón también hace una apología de la mano:

Es cierto que ahora sabemos que no deberíamos separar sentidos e intelecto, que, por ejemplo, lo que vemos es una reconstrucción y no una visión directa de lo que ven los ojos. En cualquier caso, con lo que debemos quedarnos es con esta idea del cuerpo y la mente, en su conjunto, como dotado de una cualidad estética. No como un sentido concreto y separado, sino como el fruto de todo el entendimiento y la sensibilidad humana.

El pluralismo

Otra característica de la teoría del arte de Cicerón es su visión plural del mismo. Es decir, el filósofo romano consideraba que el arte tenía múltiples formas y variantes de expresarse, pudiendo ser igualmente dignas de ser admiradas. Así, en su De oratore afirma que hay diversos oradores con características oratorias también diferentes, siendo loables cada una en su género. Y lo mismo ocurre en la pintura y en la escultura.

Escultores como Mirón, Policleto o Lisipo destacaron en su arte, pero cada uno lo hacía de forma diferente, «pero de modo que no querrías que ninguno fuera diferente de sí mismo». Y Zeuxis, Aglafonte o Apeles fueron grandes pintores, también diferentes entre sí, «y no hay ninguno de ellos al que parezca faltar algo en su arte».

Esta afirmación, que nos puede parecer banal, quizás, no lo era en absoluto en su época, ya que estaba extendida la idea de que debía existir un principio único, común a todos los artistas, que concerniera a cualquier arte y que definiera a toda la belleza. Es cierto que a esta concepción, iniciada por los pitagóricos y por Platón, se le oponía la tesis relativista, defendida por los sofistas, pero estaba mucho menos extendida que aquella.

Fue Aristóteles el primero en buscar una tendencia intermedia, pero Cicerón se encargó de intensificar y reforzar las ideas del estagirita.

Imagen: crisolplural.com