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Belleza ecléctica (II)

Publicado por Ruben Avila

belleza ecléctica (I)Belleza intelectual y sensorial o espiritual y corporal o moral y sensible, diferentes nombres para los dos mismos tipos de bellezas que consideraban los griegos y, por extensión, los romanos, durante el helenismo. Esta noción de la belleza es la que llevó Cicerón a la roma republicana, siguiendo a los estoicos. Y también como éstos, considerando a la moral por encima de la sensible. Aunque el filósofo romano maleó la concepción estoica para convertir la distinción entre belleza natural y humana (pulchrum vs decorum) en una distinción entre belleza estética y moral.

Por otra parte, Cicerón, siguiendo a Sócrates —recordemos que el eclecticismo seguía la doctrina de coger de todo lo mejor (lo que mejor era según su parecer, claro)— consideraba que la belleza derivaba de la utilidad.

Así, en De oratore asegura que «no descubriréis ninguna parte del cuerpo configurada sin ninguna necesidad y una forma perfecta, por así decirlo, conseguida por arte, no por azar. [En las artes] las columnas sostienen templos y pórticos; sin embargo, no tienen más utilidad que dignidad».

Es decir, lo útil tiene «más dignidad y gracia», tanto en el mundo natural como en el humano, en el arte. Los animales y las plantas están compuestos de tal manera que todo su ser, cada parte de su cuerpo, está constituido para mantener su vida y por eso mismo tienen belleza. Por la misma razón, las columnas de los templos y los pórticos, creadas para mantener a éstos en pie son bellas.

Pero que todo lo útil sea bello no hace a todo lo bello útil. Así, en De finibus Cicerón asegura que «la cola al pavo real, las plumas de varios colores a las palomas, las mamas y la barba a los hombres» son cosas bellas pero no útiles.

Actualmente sabemos que, por ejemplo, la cola del pavo real es fruto de la selección sexual, pero en aquella época era algo que no se sabía, así que no vamos a echárselo en cara, ¿verdad?

Teniendo en cuenta todo lo anterior, podemos darnos cuenta de que durante el helenismo tenían varias maneras de dividir la belleza, establecieron diferentes clasificaciones aunque sobre la misma base.

Tenemos, entonces, la división estoica entre belleza natural y artística; la que separa entre belleza estética y moral; y la que distingue entre belleza útil y ornamental. Pero, por si fueran pocas, Cicerón añadió una más, por su propia cuenta.

El pensador ecléctico distinguió entre dignitas y vetustas. Como aseguró en De officiis: «Ahora bien, como hay dos clases de belleza, en una de las cuales está la gracia y en la otra la dignidad, debemos considerar la gracia como propia de la mujer, la dignidad propia del hombre».

Obviando el elemento sexista, la dignidad sería la belleza viril, mientras que la gracia la femenina.

Asegura Tatarkiewicz que en lugar de dignitas y vetustas, Cicerón también utilizaba gravitas (gravedad) y suavitas (dulzura). Que, evidentemente, mantienen la misma estructura, siendo la primera la viril y la segunda la femenina.

La novedad de esta distinción es que se separa por primera vez a la gracia de la belleza en su sentido canónico.

Imagen: edeliasclub.blogspot.com.es