Uno mejor que muchos
Estás paseando por la calle a la luz de la luna. Ha sido un buen día, o quizás no tanto, y paseas tranquilamente hacia tu casa. Pensando en lo que vas a cenar, o en la película que quieres ver o en cualquier cosa que se te ocurra. Un día más ha pasado… De repente, a unos metros de ti ves como un tipo le está pegando a otro, fuerte, bien fuerte. Incluso puedes escuchar cómo sus huesos se desquebrajan a cada puñetazo, a cada patada… ¿Qué hacer? Nunca has destacado por tu fortaleza, eras los últimos en gimnasia y tu constitución física se asemeja más a la de Woody Allen que la de Silvestre Stalone, con el que por otra parte parece estar emparentado el mostrenco que está reventando a golpes a aquél pobre hombre… Diferente sería, claro, si estuvieras rodeado de gente, si fuerais diez o veinte o treinta personas las que estuvierais paseando por esa calle, en ese momento, y vierais lo que estaba pasando. Ah, entonces, cómo os podríais abalanzar todos, al unísono y reducir al asaltante. ¿Verdad? Pues… No, por supuesto que no.
A pesar de que parezca extraño es más fácil que un “héroe” solitario se la juegue, pudiendo salir muy mal parado, que estando un grupo de personas desconocidas alguien actúe jugándose el tipo. ¿Por qué? Bien sencillo. Ponte en situación, eres un integrante de ese grupo de personas que están viendo la paliza, ¿por qué tienes que ser tú el que se la juegue? ¿Por qué no lo hace ese de más allá, sin duda alguna más fuerte y alto que tú? O ese otro, que aunque delgado tiene pinta de saber artes marciales. Por qué tienes que ser siempre tú el que se arriesgue. ¡Pues no! Esta vez que lo haga otro. Y, efectivamente, ese otro está pensando lo mismo que tú. En realidad, todos los otros de ese grupo de personas que están asistiendo como espectadores a la paliza que el victimario está propinando a la víctima piensan lo mismo que tú. Así que es probable que ninguno actúe, que todos se queden mirando.
Sin embargo, si estás tú solo, sin nadie alrededor, no te puedes evadir. Puedes no actuar pero entonces no tienes excusas, te verás como un cobarde. De la otra forma, en el peor de los casos (es decir, si no haces nada) serás como los demás. ¿Y a quién se le exige ser mejor?
Eso sí, en caso de que una de las personas de ese grupo de espectadores tomara la iniciativa, es bastante probable que todos le siguieran, porque si nadie quiere ser el primero, nadie quiere ser el último. Nadie quiere ser el cobarde que no participó, que no ayudo a la víctima.
Así que ya sabéis, si algún día os encontráis en una situación similar no dudéis en ser los primeros porque seguro que todos los demás os seguirán y, qué duda cabe, la víctima os lo agradecerá. Y vosotros mismos os sentiréis mejor.
Imagen: que.es