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La corrupción política

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Uno de los grandes males de la política actual, es la corrupción política. Es un asunto rara vez considerado desde una perspectiva filosófica, de modo que es lo que pretendemos de hacer en este post.

La corrupción política

María Dolores de Cospedal, política española, ha dicho que «la corrupción puede estar en la condición humana» y se ha quedado tan ancha.

En primer lugar, qué entendemos por corrupción política. Es una expresión que sin duda todos sabemos utilizar, sabemos construir oraciones en las que aparece esta expresión y también somos capaces de proferirlas en las circunstancias y el contexto adecuado. No obstante, como ocurre con la mayoría de las expresiones lingüísticas, nos cuesta mucho trabajo dar una definición precisa, o más o menos precisa, del término en cuestión. En este caso, podemos definir la corrupción política como el uso ilegítimo del poder público legítimo. Con «ilegítimo» queremos decir en beneficio personal del político corrupto, siempre en secreto y de forma privada. El alcalde que con dinero del ayuntamiento paga a unos geólogos para averiguar si en cierto terrenos hay agua, que recibe el informe de los expertos, que no lo publica y que acaba comprando los terrenos, es un político corrupto.

En segundo lugar, se suele decir que la corrupción, es decir, la tendencia a aprovecharse de los iguales en beneficio propio, es parte de la naturaleza humana, de tal modo que se supone que cualquiera que ostente el poder político sucumbirá a la corrupción si no tiene suficiente fuerza de voluntad por el hecho de ser humano y, por tanto, vil. Así lo ha declarado hoy mismo una política española, María Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular, actualmente en el Gobierno de España. Actualmente y desde hace varios años, este partido político se está viendo afectado por diversos casos de corrupción por parte de aquellos dirigentes que han ostentado cargos públicos. En un arrebato filosófico, la señora de Cospedal ha afirmado que «la corrupción puede estar en la corrupción humana». En nuestra opinión quien mantiene esto pretende justificar su propia condición de corrupto o la condición de corruptos de sus allegados políticos a través de la naturalización de la corrupción.

En tercer lugar, parece ser que en la actualidad la corrupción está muy unida a la democracia representativa. En realidad cuanto menor es el número de dirigentes políticos y otros gerifaltes, mayores posibilidades tendrán para ser corruptos y mayor cantidad de poder ostentarán. Un monarca absoluto puede ser mucho más corrupto que un grupo de aristócratas y estos más que el conjunto de representantes elegidos por el pueblo y, por supuesto, estos son infinitamente más corruptos que el pueblo en su conjunto. En los casos de la monarquía absoluta y de la aristocracia, a lo que llamamos corrupción se le llama derechos del rey y derechos de los nobles. Son privilegios. Esto no quiere decir que sus prácticas no fueran corruptas. Con toda seguridad lo eran, aunque eran legales (no hay que confundir aquí legal con legítimo).

En el caso de los representantes elegidos democráticamente, no solo cuentan con algunos privilegios en función de su cargo, sino que se privilegian de su situación. Y es que en el caso de la democracia representativa nos encontramos con la figura del político profesional. Existe la posibilidad de que un individuo encauce su carrera profesional hacia la política. Por otra parte, toda carrera profesional se elige bien por vocación, bien por una promesa de beneficios futuros. De este modo, la posibilidad de dedicarse profesionalmente a la política y de lucrarse aprovechando una situación privilegiada es el mayor reclamo para las personas con tendencias corruptas o para aquellas que han sido educadas en un ambiente corrupto.

Así, según nuestra reflexión, la corrupción política en la actualidad no es una cuestión de la naturaleza humana, como han sugerido algunos puntos de vista interesados, sino de la propia existencia de la profesión de político, la cual es producto de la democracia representativa.