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Conciencia de la muerte

Publicado por Ruben Avila

muerteHasta donde sabemos, los animales no tienen conciencia de la muerte. Huyen del peligro instintivamente y reconocen aquello que los puede matar de lo que no, pero no tienen formado en su estructura mental algo parecido a la muerte, a un ente abstracto que limita su vida de manera absoluta. Claro, cuando hablamos de los animales, nos referimos a los no-humanos. Porque asumimos que los humanos son animales y, también, que tienen conciencia de la muerta.

A lo largo de la historia de la humanidad se ha tratado, entre otras muchas cosas, dotar a la especie humana de unas características particulares, que la diferenciase del resto del mundo. Pero, en un viaje en paralelo, ha ocurrido que aquello que se pretendía que nos diferenciaba de otros animales, por ejemplo, no era más que prejuicio o aires de grandeza.

En cualquier caso, en la actualidad no parece tan sencillo como en la oscura Edad Media, que haciendo referencia a Dios, a la creación y a nuestra situación especial en ella, era suficiente con acabar con el debate. Somos hechos a imagen y semejanza de Dios; somos los únicos seres con alma inmortal; por eso somos especiales.

Así que, ante la respuesta de qué nos hace diferentes a otros animales, cuestión que plantea con fruición pensadores como Peter Singer, quizás no podamos más que balbucear.

Vale, quizás no somos seres especiales, sino animales, más o menos evolucionados, como así demostró Darwin. Pero sentimos dolor, sufrimos, tenemos conciencia del yo, nos regimos por normas morales… Nada que a determinada escala lleven a cabo otros animales. Los hay que tienen conciencia de sí mismos —así, ciertos primates frente a un espejo, en lugar de ponerse a ladrar, como hacen los cánidos, se acicalan pues saben que el espejo refleja su imagen—; que sienten dolor, pues tienen un sistema nervioso lo suficientemente elaborado para ello; y en cuyas sociedades se puede distinguir cierto ethos.

Es cierto que los humanos somos los únicos que hemos conseguido crear rascacielos, o automóviles o televisiones o… Pero las arañas también se podrían sentir orgullosas de ser las únicas de crear telarañas, las abejas de su miel o los gusanos de seda de… de la seda, claro.

Pareciera que siempre nos queda un regusto a egotismo. Como decía el poeta, los dioses de los bueyes también se asemejarán al buey y los de los gatos al gato.

Pero, ¿existe otro animal que sea consciente de que su vida está limitada en el tiempo? ¿Qué tema a la muerte futura, no al peligro inmediato, sino a la llegada de las parcas que acabarán con su vida inevitablemente

Esta conciencia trágica, dirán algunos, es realmente donde tenemos que buscar la diferencia entre el resto de los animales y los humanos. Es lo que nos diferencia realmente de los demás. Y es, precisamente, lo que nos hace a la vez más valiosos, por ser conscientes, y más patéticos, por lo mismo, que el resto de los seres que habitan el planeta tierra.

Imagen: ayudawordpress.com