Amigos
El trato social es algo a lo que nos impele la naturaleza. Eso que somos, sea lo que sea, lo es en gran medida porque nos relacionamos con los otros que nos rodean, de lo contrario seríamos otra cosa, no seríamos seres humanos. Así las cosas, una de las cosas que todas las personas —o casi todas— buscamos con ahínco es la amistad. De la que en la antigüedad conocían cuatro especies. A saber: la natural, la social, la hospitalaria y la venérea.
Son las anteriores especies las que sintetizan todos los lazos amistosos posibles, entendiendo la amistad en su sentido más amplio. 1)Así, la natural sería aquella que se da entre padres, madres e hijos e hijas, y entre hermanas y hermanos. Es la, por definirla de alguna forma, amistad familiar. Es ese lazo de sangre que no se elige, que se crea por la naturaleza.
2) La social es la que habitualmente se conoce por amistad. Es la que engendra amigos y puede surgir en el trabajo, en el colegio o en cualquier otro lugar donde se relacionen dos o más personas. Al contrario que la anterior, ésta si es elegible. No hay un llamado de obligatoriedad, ni tiene por qué mantenerse en el tiempo.
Ciertamente, también la primera puede ser rechazada. Un ejemplo de ello lo encontramos en el filósofo Arístipo que ante aquellos que le increpaban no querer a sus hijos y le aseguraban que les debía un afecto por haber salido de él, el primero escupía al suelo, asegurando que eso, el escupitajo, también había salido de él, y no por ello le debía ningún afecto.
3) La amistad hospitalaria se debe al huesped que llega a nuestra casa. Puede ser temporal o indefinida, dependiendo de los vínculos que se hayan creado tras la visita, pero obliga a un trato amable del anfitrión para con el invitado.
4) Por último, la venérea, se centra en la unión carnal, que busca el contacto físico más que otra cosa.
Sin embargo, a decir de Montaigne, existe otra amistad, más perfecta y mejor, más sublime y única. Como ejemplo se pone a sí mismo y su amistad con Étienne de la Boétie, contraponiéndola a la común.
Así, asegura que:
Esta clase de amistad convierte a dos en uno o a uno en dos, porque la unión surge de tal forma que no hay distinción entre los amigos. Todo lo que tiene uno es del otro, y a la inversa. No existen favores, ni obligaciones. Por lo mismo que uno mismo no se siente agradecido por lo que hace para sí mismo, tampoco lo harán este tipo de amigos. Hasta el punto de que el solicitante de ayuda el que hace un favor al solicitado ya que le permite ejercer su amistad, que es lo que más puede desear en este mundo.
¿Os reconocéis en las palabras de Montaigne?¿Habéis sentido alguna vez esta clase de amistad?
Imagen: rociodiazgomez.blogspot.com.es