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Las redes sociales

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

No te asustes lector, cualquier cosa puede ser objeto de reflexión filosófica. Para cualquier objeto o fenómeno del universo, este escapará de las garras de la reflexión filosófica si y solo si es demasiado trivial. Y las redes sociales, como sabemos a estas alturas, son un fenómeno nada trivial. Por supuesto, he de decir que no soy el primero en hablar de las redes sociales desde una perspectiva filosófica. No obstante, por el momento no se ha dicho gran cosa, pues se trata de un fenómeno nuevo, todavía en expansión y con un gran potencial.

Pero el hecho de que se haya dicho poca cosa acerca de las redes sociales es una gran ventaja para mí. En efecto, no hay muchas opiniones de expertos con las que comparar la mía, de modo que los lectores más críticos lo tendrán algo más complicado a la hora de tachar este artículo de ridículo o disparatado.

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El concepto tradicional de amistad que tenemos en occidente incluye ir a los entierros, por ello, cuando confundimos ese concepto con el más novedoso de «amigo de Facebook» ocurre que nos asombramos.

Las redes sociales y la amistad

Algunos filósofos (ver el enlace del primer párrafo) han pensado acerca de las relaciones de amistad en la red social. Uno de estos filósofos, Craig Condella, defiende tres tesis a este respecto:

(1) Sobre la base del concepto aristotélico de amistad, defiende que en Facebook, una de las redes sociales más populares, se puede llegar a cultivar una amistad «de utilidad» y » de placer», pero nunca una amistad en sentido genuino.

(2) El contacto virtual es insuficiente para una amistad genuina.

(3) Aumentar el número de amigos en Facebook hace que perdamos mucho tiempo, el cual no dedicamos a cultivar la amistad genuina.

El artículo en el que defiende estas tesis se titula: «¿Por qué no podemos ser amigos virtuales?» y en mi opinión las tres son erróneas.

La tesis (1) es arcaica y aristotelicocéntrica

Condella nos dice en su artículo que las opiniones de Aristóteles sobre la amistad podrían ser consideradas arcaicas, no aptas para el mundo moderno. Yo creo que las opiniones de Aristóteles no son arcaicas, sino de otro mundo. Quien sí que es arcaico es Condella, por echar mano de el viejo Aristóteles para explicar el asunto. Aristóteles, taxónomo profesional, distinguió tres tipos de amistad: la de utilidad, que es la típica de dos compañeros de trabajo; la de placer, que es la que podrían tener personas que se reúnen en el mismo bar a beber whisky y hablar de literatura (por cierto, ¿hay alguien que haga eso?) y la amistad genuina, que es la que tienen personas que se consideran mutuamente entrañables y que se tienen aprecio mutuo.

Es obvio que en la época de Aristóteles no existía ni Internet ni las redes sociales. Sin embargo Condella lo soluciona asumiendo que existe algo que podríamos llamar la amistad en sí, que es independiente de las condiciones espacio-temporales. Hay una esencia de la amistad. Pero, ¿la hay? Tal vez un poco de antropología nos revele algo al respecto.

Lo primero que llama la atención, cuando se revisan los trabajos antropológicos sobre la amistad, es que el antropólogo elabora un concepto de amistad, una construcción lógica, que tiene un carácter minimalista, es decir, pensado para que todos los demás antropólogos (y filósofos y otros legos) lo acepten. Y después, se contrasta esa construcción lógica con los conceptos de amistad que se encuentran en otras sociedades. Es decir, con otras constucciones lógicas minimalistas que los miembros de esa sociedad asumirían. ¿Deberían los antropólogos investigar más y descubrir la esencia de la amistad? No lo sé, pero continuemos.

Y así nos encontramos con tipos de amistad como la de los tangú (Nueva Guinea), la cual se hereda de padres a hijos de forma automática. Y los bongwa nacidos el mismo día son amigos, es decir, allí hay amistades que se establecen de nacimiento, las cuales cumplen los requisitos que el viejo Aristóteles le atribuye a la amistad elevada, con la salvedad de que ni los tangú ni los bongwa elijen a sus mejores amigos. Ni siquiera se han de esforzar en cultivar la amistad, nacen con ella. En realidad, la esencia de la amistad desde un punto de vista antropológico es esta: la mistad es, esencialmente, una vínculo interpersonal que no es de parentesco. Es más, para los antropólogos la amistad abarcaría todos los vínculos interpersonales que no sean de parentesco. De hecho, los antropólogos han identificad algunas funciones que cumple la amistad en algunas sociedades. Por ejemplo, en la India los oraons fomentan que se establezca entre las mujeres las relaciones de sahiro, un tipo de amistad ritual que protege contra la brujería de otros pueblos.

Así que el concepto de amistad de Aristóteles es una construcción lógica, a partir del concepto de amistad que tenían las personas, él incluido, de la Atenas del siglo V a. C. Y Condella toma este concepto particular de amistad para entender nuestro concepto de amistad. Desde este punto de vista estamos ante una tesis aristotelicocéntrica, algo que no se veía desde que Santo Tomás de Aquino era mozuelo.

La tesis (2) es misteriosa

La tesis (2) se basa en asumir que el contacto virtual es algo misterioso y se contrapone al contacto físico. Desde mi punto de vista, el contacto virtual es un tipo de contacto físico, al igual que lo es el contacto por carta o el contacto telefónico. No es, si se quiere, contacto táctil con las otras personas, pero es un tipo de contacto físico a distancia. Se puede ver a la otra persona y se la puede oír, aunque no se la puede oler o besar. Desde mi punto de vista, en el artículo de Condella «lo virtual» tiene un aire de misterio bastante injustificado.

La tesis (3) es etnocéntrica

Creo que Aristóteles hubiera estado de acuerdo con la tercer de las tesis que defiende Condella, pero yo no. Ese punto de vista solo lo puede mantener alguien que viva en una ciudad como la Atenas del siglo V a. C., con 300.000 almas o como la ciudad de Nueva York, en la que estudió Gondella. Y haber estudiado en Nueva York, para alguien joven como él, significa haber vivido desde los 18 años hasta la actualidad (como podemos ver en su Facebook) en Nueva York. Eso quiere decir que Gondella entiende las relaciones sociales en términos de hombre de ciudad y no en términos de persona que vive en una comunidad más pequeña, en la que constantemente te encuentras con conocidos que llevas años sin ver, a otros que ves a veces, a personas a las que llamas «amigo», etc. Desde este punto de vista, la lista de Facebook se parece más a un pueblo, en el sentido en el que casi todos los que aparecen allí son personas con las que has tenido más o menos relación. No veo claro que añadir amigos en Facebook y tener muchos sea un problema para tener amigos en el sentido elevado de Aristóteles. Así que Condella considera la amistad desde su particular óptica de persona que vive en una gran ciudad, por lo que la tesis 3 es etnocéntrica, en este sentido.

Bibliografía

Craig Condella (2009): «¿Por qué no podemos ser amigos virtuales?», en www.univforum.org, consultado el 10/02/2014

Josepa Cucó Giner (1995): La amistad: perspectiva antropológica, en Icaria, Barcelona.