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Gottfried Wilhelm Leibniz – Tercera Parte

Publicado por Malena

Leibniz, Gottfried Wilhelm-Biografía y Obra-Tercera Parte

La mónada tiene percepción, apetición y evolución interna y en ella el Universo se refleja

Leibniz se opone a Descartes proponiendo que también los animales tienen percepciones y apercepciones y capacidad de recordar, por lo tanto tienen alma.

Otro nivel superior en la jerarquía metafísica lo constituyen los espíritus. El espíritu para Leibniz es el alma que posee además la capacidad de conocer las verdades racionales.

En la jerarquía más alta está Dios, que es la mónada perfecta, donde todas las percepciones son también apercepciones, todas las ideas claras y donde el Universo se refleja desde todos los puntos de vista.

Por lo tanto, los hombres nunca podrán tener esa amplitud de conocimiento porque simultáneamente sólo podemos situarnos desde un solo punto de vista.

De manera que las mónadas infinitas conforman un sistema jerárquico en cuya base están las mónadas materiales, cuyas aglomeraciones forman los cuerpos que son puntos de sustancia inmaterial, puntos de sustancia psíquica, con percepción y apetición; luego están las almas, que son la mónadas dotadas de apercepción y memoria; más arriba los espíritus, o sea mónadas con apercepción, memoria y conocimiento de las verdades eternas; y por último, en lo más elevada, está Dios, la mónada perfecta.

Para Leibniz, Dios creó el Universo, o sea crea las mónadas con la ley de evolución interna de sus percepciones, estando entre ellas en armónica correspondencia pre establecida por Dios en el acto de la creación.

Cada cada mónada ha recibido su esencia y consistencia individual, y esa consistencia individual es la definición funcional, infinitesimal de esa mónada, o sea que desarrollando su propia esencia corresponde con las demás en una armonía perfecta.

Resuelve el problema de la comunicación del cuerpo con el alma con la teoría de las causas ocasionales de Malebranche que dice que Dios está constantemente atento e interviene continuamente en la armonia entre las sustancias en el universo.

Espinosa, que es panteísta, propone otra solución, un solo mecanismo que comanda los dos sistemas. Como la extensión y el pensamiento no son más que dos atributos de una y la misma sustancia universal, Dios, las modificaciones en una y en la otra son modificaciones en la sustancia única.

Leibniz resuelve el dilema con la siguiente hipótesis: Dios, al crear cada mónada con su ley funcional interna en armonía preestablecida, logra la armonía univesal del todo sin necesidad de la intercomunicación de las sustancias.

La metafísica de Leibniz es optimista, Dios ha creado el mejor mundo posible, aunque en la realidad exista el mal; porque no puede haber un mundo sin mal por tres razones.

– El mal metafísico se debe a que el mundo es limitado.

– El mal físico deriva de que es material que conlleva a la privación

– El mal moral es la condición del bien moral que es la victoria de la voluntad sobre la tentación.

Con Leibniz el racionalismo llega a su más alto nivel y a partir de él se instala en la ciencia y en toda la filosofía europea.

El ideal del racionalismo consiste en que el conocimiento humano llegue a estructurarse de la misma manera como la matemática y llegar a poder alcanzar una fórmula matemática que comprenda en su conjunto a toda la naturaleza.