Sigmund Freud – Segunda Parte
La postura de Freud sobre el importante papel de la sexualidad desde la infancia fue rechazada por muchos integrantes de la comunidad científica de esa época.
Eugen Bleuler (1857-1939), en ese entonces director de la Escuela Psiquiátrica de Zurich, fue uno de los primeros en aceptar el aporte del Psicoanálisis; y gracias a su apoyo Freud logró introducirse en el círculo de los psiquiatras de Zurich.
Un discípulo de Bleuler era Carl Gustav Jung (1875-1961) y aunque Jung se ocupaba de las psicosis y Freud de las neurosis, la posibilidad de conocerse los enriquecería mutuamente.
Jung fue el presidente de la primera Asociación Psicoanalítica Internacional, principal órgano de regulación y acreditación en Psicoanálisis en el mundo.
Freud recibió el doctorado honoris causa de la universidad de Clark, en Worcester, Massachussets, de Estados Unidos, por iniciativa de G. Stanley Hall que era su presidente y quien lo invitó a dar conferencias sobre Psicoanálisis, por lo que viajó a ese país en compañía de Jung y Sandor Ferenczi.
Freud se sintió en Estados Unidos como un igual, lejos de la discriminación racial que sufría en Europa.
Pocos años después Abraham A. Brill fundaría la Sociedad Psicoanalítica de New York.
El Psicoanálisis en Estados Unidos dio origen a muchas formas de terapias adaptativas propias de esa cultura, destacándose René Spitz, especializado en los problemas de la primera infancia y Eric Ericsson, que se ocupaba de la segunda infancia y la adolescencia.
Pronto comenzaron a surgir las primeras divergencias y divisiones en el Psicoanálisis, que trataron de separarse de Freud y crear un Psicoanálisis libre que incluyera sus propias teorías, como Alfed Adler, quien priorizaba sobre las pulsiones sexuales, el instinto de poder.
En 1914, Carl Jung rompió definitivamente con Freud, debido a su concepción teórica diferente, su concepto de inconsciente colectivo arquetípico y el sentido simbólico de la libido. Otto Rank también se desvinculó del maestro.
La segunda guerra mundial afectó mucho a Freud motivándolo para estudiar las neurosis de guerra e investigar los motivos de la violencia humana postulando su concepto de pulsión de muerte en “Más allá del principio de placer”.
Freud sufrió varias pérdidas familiares que lo sumirían en una profunda depresión. Además se vio afectado de un cáncer en el maxilar y paladar que lo obligó a someterse a 33 operaciones. Sin embargo, aún viviría dieciséis años más.
A pesar de la guerra y la persecución judía, Freud se negaba a abandonar Viena, y no obstante ser el judío más protegido de Europa, en 1938, las cosas empeoraron y ayudado por sus amigos, tuvo que mudarse a Londres.
En Londres lo visitaron distintas personalidades de esa época, como Virginia Wolf, Salvador Dali y el escritor Stefan-Zweig; y también recibió cartas de H.G.Wells y de Einstein.
Cuando su enfermedad se volvió intolerable, Freud requirió a su médico que acabara con sus sufrimientos, falleciendo en 1939 a la edad de 83 años.
Ernest Jones describió a Freud como un hombre monógamo que hasta se podía catalogar de mojigato, aventurándose a asegurar que era un puritano y que su esposa, Martha, puede haber sido, la única mujer de su vida.
Fuente:Colección Grandes Pensadores, «Sigmund Freud – Vida, pensamiento y obra», Ed.Planeta DeAgostini, 2007