La Razón Práctica de Kant
Es imposible la ciencia tradicional en los fenómenos de la conciencia moral
Kant llega a la conclusión que la metafísica es imposible como ciencia, porque la experiencia humana trasciende los límites del conocimiento. Reconoce pues en los seres humanos una cierta clase de actividad espiritual que resume con el nombre de conciencia moral, que consta de una cantidad de principios que rigen la vida de los hombres.
Esta conciencia moral es una realidad tan poderosa como es la del conocimiento, ya que los juicios morales son también juicios racionales que pueden conducir al hombre a captar lo metafísico. Kant, al igual que Aristóteles, denomina a estos principios de la conciencia moral “Razón práctica”, porque es la razón aplicada a la práctica.
Las cosas de la realidad no son ni buenas ni malas, sólo puede tener calificativo moral la voluntad humana. Cumplir con la ley no alcanza para que una acción sea moral, porque para que un acto sea moral necesita ser realizado por voluntad propia y no por miedo al castigo. El por qué se hacen las cosas adquiere importancia relevante para que un acto sea moral.
Para Kant la ley moral es obrar queriendo que el motivo de tal acción sea una ley universal. La conciencia moral no es un conocimiento sino que es un acto de valoración a partir de intuiciones morales que nos pone en contacto con un mundo diferente al de los fenómenos, puramente inteligible.
La voluntad humana libre es la que nos permite penetrar en ese mundo de realidades suprasensibles que no se encuentra sujeto a espacio, tiempo ni categorías. Para Kant, un hombre santo es el que se ha liberado de la moral determinada por los fenómenos concretos, tanto físicos como psicológicos y responde solamente a su ley moral intuitiva.
En el mundo metafísico de las cosas “en si”, esa santidad se realiza y según Kant es todo lo que tenemos sobre la creencia en la inmortalidad del alma. El carácter de nuestra vida moral, como fenómeno de este mundo es la tragedia, el sufrimiento y el dolor que produce el abismo entre el ideal y la realidad.
La realidad no se rige por los valores morales pero los seres humanos los perciben y se dan cuenta que en su propia vida, en la historia, en la sociedad, los valores humanos no se realizan. Todos quisiéramos ser santos pero en realidad somos todos pecadores y socialmente todos quisiéramos que imperara la justicia plena pero sin embargo nos damos cuenta que muchas veces prevalecen la injusticia y los crímenes impunes.
Para Kant, Dios es el ente metafísico capaz de mantener unidos la realidad y el ideal, es el reino de las almas libres y las voluntades puras en el mundo esencial de las cosas “en si”.
La doctrina de Kant propone que la razón pura, es decir, el conocimiento racional tiene que subordinarse a la razón práctica o ley moral y tener un propósito de superación aunque sea imperfecta. Aparece así en filosofía la idea de progreso con una metafísica cuyos ideales son los objetivos hacia los cuales la humanidad se dirige.
Por lo tanto, la realidad histórica adquiere el sentido.
En este sentido, Kant argumenta que la razón práctica no solo tiene un papel regulador en la moral, sino también un papel constitutivo en la realidad. Es decir, la razón práctica no solo nos dice cómo debemos actuar, sino que también nos dice cómo es el mundo. Esta es una idea revolucionaria que cambia nuestra comprensión de la relación entre la moral y la realidad.
Además, Kant sostiene que la razón práctica nos permite tener una comprensión más profunda de nosotros mismos y de nuestra relación con el mundo. Nos permite ver que no somos simplemente seres pasivos que son afectados por el mundo, sino que somos seres activos que pueden moldear el mundo a través de nuestras acciones.
En este sentido, la razón práctica nos permite ver que somos seres libres que pueden elegir cómo vivir nuestras vidas. Esta es una idea poderosa que tiene implicaciones profundas para nuestra comprensión de la moral y de la realidad.
Finalmente, Kant sostiene que la razón práctica nos permite tener una comprensión más profunda de la naturaleza de la realidad. Nos permite ver que la realidad no es simplemente un conjunto de hechos que son independientes de nosotros, sino que es un conjunto de hechos que son moldeados por nuestras acciones.
En este sentido, la razón práctica nos permite ver que somos co-creadores de la realidad. Esta es una idea poderosa que tiene implicaciones profundas para nuestra comprensión de la moral y de la realidad.