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El Objetivismo y el Subjetivismo

Publicado por Malena

el objetivismo y el subjetivismo

El problema del conocimiento es la relación entre el objeto y el sujeto. La pregunta es: ¿Cuál es el elemento determinante, el sujeto o el objeto?

Si no se cuestiona la existencia o no del objeto existe una respuesta premetafísica que puede ser favorable tanto para el objeto (objetivismo) como para el sujeto (subjetivismo).

Si en cambio se cuestiona el carácter ontológico del objeto, o sea si existe o no en sí, da lugar a una doble respuesta: admitir que todos los objetos tienen un ser ideal, mental (que es la tesis del idealismo) o que además de objetos ideales hay objetos reales, independientes del pensamiento (esta es la tesis del realismo).

A su vez, dentro del idealismo y del realismo existen distintas posturas.

Se puede lograr la solución del problema del sujeto y del objeto, si se lo lleva hasta lo absoluto, el principio de todas las cosas, para definir desde allí la relación entre el pensamiento y el Ser. Esta es la solución teológica, que puede ser trascendente o inmanente, teísta o panteísta.

Para el objetivismo, el conocimiento tiene su fundamento en el objeto, o sea el reino objetivo de las ideas o esencias.

El objetivismo propone que el objeto determina al sujeto, quien deberá regirse por aquel.

El sujeto reproduce al objeto que es algo dado con una estructura definida, y es reconstruida por la conciencia cognoscente.

Platón es un ejemplo. Las ideas de Platón son realidades objetivas.

Con la intuición sensible descubrimos los objetos del mundo sensible por medio de la percepción y los objetos del mundo suprasensible, con la intuición de las ideas.

Edmund Husserl rescata la teoría platónica de las ideas, con su doctrina fenomenológica, haciendo la distinción entre la intuición sensible y no sensible; la primera que tiene por objeto el mundo concreto, lo individual; y la segunda las esencias generales de las cosas.

Husserl se detiene en las esencias ideales como lo último, negándoles el carácter de realidad, pero Platón les atribuye una realidad metafísica.

Según el subjetivismo el fundamento del conocimiento humano es el sujeto, o sea que pone a los principios del conocimiento en un sujeto. No se trata de un sujeto concreto sino del sujeto trascendente del que deriva la verdad del conocimiento.

El tránsito desde el subjetivismo y el objetivismo lo realizó San Agustín siguiendo a Plotino, colocando al mundo de las ideas de Platón en el espíritu divino y convirtiendo las esencias ideales, existentes en sí, en contenidos de la razón divina, pensamientos de Dios.

A partir de allí, la verdad no se fundamenta en un mundo de realidades suprasensibles, espiritual objetivo, sino en la conciencia de un sujeto.

El conocimiento se vuelve hacia el sujeto supremo y no se enfrenta con un mundo objetivo.

La conciencia cognoscente recibe sus contenidos del sujeto, no del objeto; y mediante estos contenidos supremos, de estos conceptos generales y de estos principios, la razón estructura el conocimiento, fundado en lo absoluto, en Dios.

También se encuentra esta concepción en la filosofía moderna, en la doctrina opuesta a la fenomenología, el neokantismo; y es la Escuela de Marburgo la que defiende esta tesis que se presenta sin los aspectos metafísicos y psicológicos.

El sujeto, en quien se funda el conocimiento no es metafísico sino totalmente lógico; caracterizado como una conciencia en general.

No hay objetos independientes de la conciencia, son todos productos del pensamiento, coincidiendo el concepto con la realidad y el pensamiento con el Ser.

Para la escuela de Marburgo sólo hay un ser conceptual, mental, no un ser real independiente del pensamiento, y de este modo le quita toda realidad al objeto.

El subjetivismo arriba a una síntesis en el platonismo cristiano con el realismo y en los kantianos modernos está comprendido dentro de un idealismo riguroso, implicando de esta forma una solución premetafísica.

Fuente: «Teoría del conocimiento», J. Hessen, Editorial Losada, 1956.