El Deber
El deber posee un carácter obligatorio. Es lo que no puede ser de otra forma y que nace de un mandato, con un significado derivado de una determinada fuente.
El deber puede proceder de diversas fuentes: de la naturaleza, del mundo inteligible, de Dios, de la existencia humana o de los valores.
En la antigüedad y en la Edad Media la preocupación se centraba en aquello que es debido; y la razón era que casi todas las morales de esa época eran morales concretas en las que importaba más el contenido de los mandatos que la forma.
Sin embargo, siempre ha habido alguna conciencia de la diferencia fundamental entre el deber ser y el ser puro y simple.
En filosofía suele distinguirse el deber ser del ser. Esta distinción es ontológica, pero desde el punto de vista lingüístico existen dos tipos de lenguaje: el lenguaje indicativo y el prescriptivo y con frecuencia se supone que el ser corresponde al reino de la realidad en cuanto tal (a veces sólo al reino de la naturaleza) y el deber ser al reino de la moralidad que expresa lo que debe hacerse u omitirse.
El deber se deduce del bien supremo para las morales de tipo material.
Para los estoicos el deber es principalmente vivir de acuerdo a la naturaleza, o sea con la razón universal. En cambio, para las morales de tipo formal, el deber se deduce del imperativo categórico supremo, independiente de los fines concretos.
Para Kant, el deber es la forma de la obligación moral por respeto al deber y no solo en cumplimiento del deber, que equivale a identificar el deber con el soberano bien.
En las éticas de tipo material es el mandato sobre la conciencia moral por cierto número de valores.
Se puede admitir que la intuición de los valores supremos produce en ciertos casos la conciencia del deber, de hacer y cumplir lo que es valioso.
Desde el Psicoanálisis, el deber ser es la conciencia moral, una de las funciones del Superyo, instancia del aparato psíquico que actúa como censor con respecto al yo.
El Superyo se forma mediante la incorporación de las exigencias y prohibiciones parentales. Parece dominar al yo y adquiere para el sujeto valor de modelo y función de juez.
El Superyo comprende dos instancias: el ideal del yo y una instancia crítica.
Desde esta teoría, la interiorización de las prohibiciones se produce en una etapa precoz, muy temprana.
Según Melanie Klein existiría un Superyo desde la etapa oral del desarrollo psicosexual en la que el objeto del deseo erótico es el pecho materno; mediante la introyección de objetos buenos y malos (pecho bueno pecho malo).
Freud precisa la idea de que el Superyo del niño no se forma a imagen de los padres sino a imagen del Superyo de los padres, o sea que es una identificación con el contenido que se convierte en el representante de la tradición, o sea, de todos los juicios de valor que persisten a través de las generaciones.
El Superyo freudiano comprende principalmente representaciones de palabras cuyos contenidos provienen de las percepciones auditivas, de los preceptos, y de la lectura.
Fuente: “Diccionario de Filosofía abreviado” de José Ferrater Mora, “Diccionario de Psicoanálisis”, de Laplanche y Pontalís.