Filosofía

La Sabiduría

Publicado por Malena

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Ser sabio es tener la capacidad de poder discriminar lo importante de lo intrascendente y de poder ser feliz disfrutando de lo que se tiene.

La realidad está llena de ilusiones pasajeras que despiertan el interés de la gente, pero ni bien se materializan hacen desaparecer el entusiasmo por ellas para ir detrás de otra ilusión igualmente efímera.

Jerónimo era un hombre rico, tan rico que casi no podía calcular a cuánto ascendía su fortuna. Nació con la habilidad de hacer dinero sin esforzarse demasiado y cada nuevo negocio lo hacía más y más rico.

Por supuesto, se daba todos los gustos, por eso no dudó en comprar un lugar en el barco más grande que jamás se construyó, con la capacidad suficiente como para permanecer en alta mar mucho tiempo, para vivir en él cuanto quisiera y de paso aprovechar para conocer los rincones más ocultos del mundo.

Próximamente haría su viaje inaugural y grande era la expectativa en los círculos que acostumbraba frecuentar.

Jerónimo sería uno de los privilegiados de contar con un espacio libre de contaminación, explosiones nucleares o posibles conflictos bélicos, y como hacen todos los ricos se reservó un lugar seguro para eventualmente salvarse de los peligros que acechan al mundo.

La partida del barco fue un acontecimiento histórico. Miles de personas los despidieron, en el único puerto que contaba con espacio suficiente como para que pudieran abordarlo los selectos pasajeros.

Los camarotes eran lujosos departamentos que disponían de muchas comodidades, incluyendo amplios balcones con vista al mar.

Recorrerían el mundo sin apuro porque el barco era como una pequeña ciudad, con bancos, negocios, peluquerías, cines, teatros, restaurantes, canchas de deportes y piletas de natación, como para satisfacer las exigencias de cualquier millonario.

Disponían de un mini hospital para atender las urgencias y hasta para realizar intervenciones quirúrgicas sencillas y un helicóptero para el traslado de las personas con problemas más serios.

No se podía pedir mayor confort estando en el medio del océano, sin embargo, como siempre ocurre cuando pensamos que las cosas pueden ser perfectas, algo faltaba.

Porque un día Jerónimo se sintió mal y a pesar de recibir toda la atención de los médicos que se encontraban a bordo, no hubo más remedio que trasladarlo a tierra firma en el helicóptero.

Pero justo ese mismo día se desató una horrible tormenta inesperada que demoró 48 horas el despegue de la aeronave.

Jerónimo, que estuvo a punto de morir, se arrepintió de haberse involucrado en esa aventura y en esos momentos para estar cuidado por su médico de cabecera hubiera dado toda su fortuna.

Pero el tiempo no vuelve atrás y hay que enfrentar las consecuencias que pueden tener las decisiones envidiables, que aunque parezcan las mejores pueden encubrir la posibilidad de la ocurrencia de fenómenos imponderables.

Una vez que Jerónimo fue trasladado y después de haber sido sometido a varias operaciones pudo salvarse, pero tuvo que permanecer seis meses hospitalizado sin poder levantarse.

Pero todo ese tiempo le sirvió para meditar y poder ver lo que la vida puede enseñar; y que hay que tomar conciencia de lo que hay que aprender de las experiencias.

Ni siquiera los muy ricos pueden asegurarse en este mundo un lugar seguro, porque la seguridad no existe, es otra ilusión, una quimera que la mayoría espera y que siempre desea; pero que no se consigue porque no está en venta.

Para él significó una manera cruel e ingrata de darse cuenta de lo feliz que era con su familia en casa.